top of page

DavidTriviño.

ESCRITOR

Foto del escritorDavid Triviño

ASESINOS EN SERIE 27 - Richard Chase

  • Richard Chase, el ‘vampiro de Sacramento’ y su obsesión por beber sangre fresca

  • Este asesino en serie mató y canibalizó a seis personas, entre ellas, dos niños y una mujer embarazada

Este asesino en serie mató y canibalizó a seis personas, entre ellas, dos niños y una mujer embarazada

Un hombre desnudo, embadurnado con sangre de vaca que previamente había degollado, se paseaba por la calle a plena luz del día. Iba con la mirada perdida y balbuceando frases inconexas: “Me han robado la arteria pulmonar”, “mi sangre está envenenada” o “voy a morir”. Un agente de policía le dio el alto, lo llevó a comisaría y allí descubrió que era reincidente por hechos similares. El joven fue ingresado nuevamente en un hospital psiquiátrico, a sabiendas de su esquizofrenia paranoide, pero, tras regresar a casa, pasó de matar animales a seres humanos.

Aquel giro derivó en seis espeluznantes asesinatos en los que canibalizó a las víctimas, se bebió su sangre y practicó necrofilia con algunos de los cuerpos. El apodado como ‘vampiro de Sacramento’ confesó los crímenes y fue condenado a muerte por un tribunal.


Desequilibrio prematuro

Richard Trenton Chase nació el 23 de mayo de 1950 en la californiana localidad de Santa Clara, en una familia adinerada y disfuncional, con un padre adicto al alcohol y muy violento, que descargaba su ira contra su mujer a la que tenía completamente atemorizada. De hecho, la mujer siempre creyó que moriría envenenada.

Aparte de las peleas continuas en el hogar familiar, de las que Richard siempre fue testigo, ya desde su infancia el pequeño desarrolló una serie de conductas inusuales que evidenciaban unos prematuros desequilibrios psicológicos. Nos referimos a la enuresis, la piromanía y el maltrato animal, tres rasgos comunes que presentan las personas que cometen delitos violentos en su adultez, principalmente los asesinos en serie, y que estudia la denominada tríada de MacDonald.

Richard Chase, en su etapa de adolescente (YouTube)

Dichas conductas se agravaron durante la pubertad por su adicción a las drogas y al alcohol, lo que derivó en peligrosas paranoias e hipocondrías en las que Richard creía ser el objetivo de sendas persecuciones o de la deformación de su propia cabeza. En uno de estos brotes, el joven llegó a afeitarse la cabeza para “vigilar mejor un cráneo que cambia de forma y cuyos huesos agujerean la piel”. Una vez ingresado, afirmó que alguien le había robado “la arteria pulmonar e interrumpido su circulación sanguínea”.

Pese a estas afirmaciones, el psiquiátrico le dio el alta poco después y Richard regresó con sus padres. No duró mucho, porque se mudó al centro de Sacramento para compartir piso con unos compañeros de clase.

Richard Chase, en una foto policial

En esta etapa, Richard se deterioró aún más tras abandonar la medicación e ingerir sustancias estupefacientes como LSD. El comportamiento del joven se tornó en extraño y peligroso: descuidó su higiene personal, clavó tablones en la puerta de su habitación porque creía ser víctima de un complot e, incluso, hizo un agujero en la pared como si fuese su túnel de huida. Además, los vecinos del barrio denunciaron la desaparición de sus mascotas y señalaron a Richard como el único responsable.

En 1976 la salud mental de Richard había empeorado tanto que su padre decidió ingresarlo de nuevo. Ahora creía ser la reencarnación de un cantante o de un forajido del Oeste, dormía con una cinta de naranjas alrededor de su cabeza “para que las vitaminas C” se filtrasen “hasta su cerebro”, y bebía sangre fresca de animales para sobrevivir. Para ello compraba conejos a los que destripaba y licuaba o se inyectaba su sangre en las venas.

Richard Chase, con un arma (YouTube)

En este último internamiento y ante las insólitas afirmaciones que llegó a hacer en este período, los médicos le diagnosticaron por primera vez una equizofrenia paranoide grave: decía autoaplicarse sangre de animales por el cuerpo como una cura sanguínea debido a que su corazón se encogía cada vez más.

Ninguno de estos controles psiquiátricos ni de las medicaciones que le prescribieron, lograron equilibrar la salud mental de Richard que, a mediados de mayo de 1977, volvió a pasearse desnudo en plena calle, aunque esta vez con el cuerpo embadurnado de sangre de vaca a la que previamente había matado. Esta fue la señal de que algo peor estaba por llegar. Un preámbulo que, meses después, derivó en su primer asesinato.


Los crímenes

El 29 de diciembre, Richard se subió a su vehículo con una escopeta de caza y una pistola semiautomática del calibre 22 que había comprado días antes en una armería. Mientas conducía por Sacramento avistó a un peatón, el ingeniero Ambrose Griffin, y, sin pensárselo dos veces, le descerrajó varios tiros. Una vez abatido el desconocido, el asesino huyó a toda velocidad.

Casi un mes después, Richard volvió a actuar, pero esta vez para cometer un robo en un domicilio. Sin embargo, la inquilina, Theresa Wallin, una joven embarazada de 22 años, frustró el allanamiento y el delincuente empezó con la carnicería. Primero, la disparó tres veces a quemarropa y luego, la acuchilló y mutiló y se bebió la sangre en un vaso de yogur.

Theresa Wallin, la segunda víctima de Richard Chase (YouTube)

El 27 de enero, cuatro días después de este horripilante crimen, Richard mató otra vez. Ahora, irrumpió en la casa de Evelyn Miroth, donde se encontraba su amigo Danny Meredith, su hijo Jason, de 6 años, y su sobrino David, de 22 meses.

Tal y como había hecho con Theresa, el asesino repitió el mismo modus operandi: asesinó a los adultos y a los niños a cuchilladas, les extirpó las vísceras, también el cerebro de Jason, practicó necrofilia con el cuerpo de la mujer, se bebió la sangre de todos ellos y, en cuanto, escuchó a alguien entrar por la puerta se llevó el cuerpo del bebé, que aparecería dos meses después.

Evelyn, Jason y David, también víctimas de Richard Chase (YouTube)

Tan pronto como la Policía llegó a la escena del crimen se toparon con multitud de huellas de Richard y a varios vecinos que dieron una descripción detallada del asesino y del lugar por donde había huido. A la mañana siguiente, se dio orden de búsqueda y captura del responsable: no podía estar muy lejos. A las cinco de la tarde, las autoridades descubrieron la identidad del fugitivo y se apostaron en la puerta de la casa hasta que Richard salió. En cuanto lo hizo, le dieron el alto: llevaba una caja de cartón con trapos, vísceras y ropa ensangrentada. La detención fue inminente.

Cuando los agentes procedieron al registro de su propiedad, se toparon con una escena de lo más dantesca: un hedor nauseabundo, las paredes y los muebles cubiertos de sangre, el suelo del dormitorio con defecaciones, la cocina repleta de huesos, órganos y tripas humanas, recipientes de plástico con sangre, y también la licuadora donde preparaba sus batidos. Además, guardaba numerosos recortes de prensa sobre ideología nazi y de algunos famosos serial killers.


Imputable

Tras su arresto, el bautizado como ‘vampiro de Sacramento’, confesó todos los crímenes, pero por motivos de lo más variopintos. Richard aseguraba que sus padres, Frank Sinatra, la Mafia y “los alemanes” habían orquestado toda una trama para asesinarle; también explicó que el primer crimen lo perpetró porque se lo pidieron unas voces; y, en cuanto a por qué arrancó las vísceras al resto de víctimas, Richard relató que “tenía hambre y me estaba muriendo. Mi sangre está envenenada y un ácido me corroe el hígado. Era absolutamente necesario que bebiera sangre fresca”.

En el juicio, celebrado en 1979 ante un jurado popular, el acusado alegó ser inocente a causa de su esquizofrenia, pero el tribunal finalmente lo consideró imputable y legalmente capacitado para enfrentarse a los seis cargos por asesinato.

Richard Chase, detenido (Getty)

A lo largo de la vista judicial, uno de los psiquiatras que lo evaluaron, el doctor Ronald Markman, concluyó lo siguiente en su informe: “Desgraciadamente, nuestras instituciones sólo actúan en casos de urgencia, después de la catástrofe. La prevención no es nuestro punto fuerte, sobre todo cuando está en conflicto con los derechos civiles de las personas. Richard Chase fue siempre bien tratado por nuestras instituciones médicas y judiciales. ¿Podemos decir lo mismo de las víctimas?”.

El jurado consideró al acusado culpable de planificar y perpetrar los asesinatos, ya que en ningún momento vio alteradas sus capacidades cognitivas para distinguir entre el bien y el mal, y fue condenado a la pena de muerte.

Richard Chase (Archivo)

Richard Chase fue enviado a la prisión de San Quintín, pero unos meses después de llegar, un funcionario se encontró al ‘vampiro’ muerto en su celda: había fallecido de sobredosis. Según informaron desde la penitenciaría californiana en su momento, el asesino guardó cada pastilla que los médicos le proporcionaban para equilibrar su estado psicológico en vez de tomárselas. Cuando tuvo suficientes antidepresivos, el preso decidió quitarse la vida. Era el 26 de diciembre de 1980 y Richard Chase eligió acabar con su vida en vez de terminar en la cámara de gas.

La historia del ‘vampiro de Sacramento’ llegó a la gran pantalla siete años después gracias a Rampage, dirigida por William Friedkin, director de El Exorcista, y protagonizada por Michael Biehn, Alex McArthur y Nicolás Campbell.


Publicado originalmente en Las Caras del Mal de La Vanguardia.

Comments


  • Facebook
  • Negro del icono del Amazonas
  • Instagram
  • YouTube
  • megustaescribir
  • goodreads-icon-10.jpg
bottom of page