Después de leer las reflexiones que hizo Aldous Huxley algunos años después de la publicación de su novela BRAVE NEW WORLD, no puedo evitar escribir en mi blog algunos de sus extractos, que son bastante definitorios del mundo en que vivimos hoy, aunque el libro se escribió en 1958…
Divido los extractos por capítulos tal y como lo hace el libro original:
[...] el excesivamente ordenado Mundo Feliz donde la perfecta eficiencia no dejaba sitio para la libertad o la iniciativa personal. [...]
[...]en este el tercer cuarto del siglo XX, [...], me siento mucho menos optimista que cuando escribía Un Mundo Feliz. Las profecías que hice en 1931 se están haciendo realidad mucho más pronto de lo que pensé.[...]
[...] A la luz de lo que hemos aprendido recientemente acerca del comportamiento animal en general y del comportamiento humano en particular, se ha hecho manifiesto que la regulación mediante el castigo del comportamiento indeseable es menos efectiva, a la larga, que la regulación mediante el apoyo con recompensas al comportamiento deseable, y que el gobierno por el terror funciona, en su conjunto, peor que el gobierno por la manipulación no violenta del ambiente y de las ideas y los sentimientos de los individuos, hombres, mujeres y niños. [...]
[...] El dominio casi perfecto que ejerce el gobierno se logra por el apoyo sistemático a la conducta deseable, por muchas clases de manipulación casi no violenta, tanto físicas como psicológicas, y por la normalización genética. [...]
[...] El problema de una población en rápido aumento en relación con los recursos naturales, la estabilidad social y el bienestar de los individuos es actualmente el problema central de la humanidad. Seguirá siendo el problema central con toda seguridad por otro siglo y tal vez por varios siglos más. [...]
[...] Durante los cuatro últimos siglos, fueron muy numerosas las personas que se trasladaron del Viejo Mundo al Nuevo. Sin embargo, ni su partida ni la consiguiente corriente en sentido contrario de alimentos y materias primas pudieron resolver los problemas del Viejo Mundo. Análogamente, el envío de unos cuantos humanos sobrantes a Marte (a un costo, por transporte e instalación, de varios millones de dólares por cabeza) no hará nada para resolver el problema de las crecientes presiones demográficas en nuestro planeta. No solucionado, este problema hará insolubles todos nuestros demás problemas. Peor aún: creará condiciones en las que la libertad individual y los decoros sociales del modo democrático de vida se harán imposibles, casi inimaginables.[...]
[...] esos países [subdesarrollados] carecen, no solamente de maquinaria agrícola y de las instalaciones industriales capaces de fabricarla, sino también del capital necesario para crear tales instalaciones. El capital es lo que queda después de satisfechas las necesidades primordiales de una población. Pero las necesidades primordiales de la mayoría de los habitantes de los países atrasados nunca están plenamente satisfechas. Apenas quedan sobrantes al término de cada año y, consiguientemente, apenas hay capital disponible para crear las instalaciones industriales y agrícolas con las que podrían ser satisfechas las necesidades de la gente. Además, en todos estos países de insuficiente desarrollo hay una aguda escasez de personal preparado, de ese personal sin el que las instalaciones industriales y agrícolas no pueden funcionar. Las presentes facilidades educativas son inadecuadas; otro tanto sucede con los recursos, financieros y culturales, para mejorar las facilidades existentes con toda la rapidez que la situación exige. Entretanto, la población de algunos de estos países atrasados está aumentando a razón de un tres por ciento anual.[...]
[...]Allí donde la vida económica de una nación se hace precaria, el gobierno central se ve obligado a asumir responsabilidades adicionales para el bienestar general. Debe elaborar planes para arrostrar una situación crítica; debe imponer restricciones todavía mayores a las actividades de sus gobernados; y, si, como es muy probable, el empeoramiento de las condiciones económicas provoca la inquietud política, debe intervenir para preservar elorden público y su propia autoridad. Se concentra así cada vez más poder en las manos del Poder Ejecutivo y de sus administradores burocráticos. Pero la naturaleza del poder es tal que hasta aquellos que no lo han buscado, sino que han tenido necesariamente que aceptarlo, se sienten inclinados a aumentarlo más y más. [...]
[...] La crisis permanente justifica el control permanente detodos y todo por los organismos del gobierno central. [...]
[...] Sabemos que los buenos fines no justifican el empleo de los malos medios. Pero ¿qué decir de esas situaciones, que ahora se producen con frecuencia, en las que los buenos medios tienen resultados finales que son malos? Por ejemplo, vamos a una isla tropical y, con la ayuda del DDT, eliminamos las fiebres palúdicas y, en dos o tres años, salvamos cientos de miles de vidas. Esto es evidentemente bueno. Pero los cientos de miles de seres humanos así salvados y los millones que engendrarán y traerán al mundo no pueden ser debidamente vestidos, alojados y educados o siquiera alimentados con los recursos de que la isla dispone. Ha sido abolida la muerte rápida por fiebres, pero la vida se ha hecho mísera a causa de la desnutrición; el atestamiento es ahora la norma y la muerte lenta por el hambre lisa y llana amenaza a un número de personas cada vez mayor. [...]
[...] En un mundo de producción en masa y distribución en masa, el Hombre Modesto, con su insuficiente capital, está en seria desventaja. En la competencia con el Hombre Poderoso, pierde su dinero y finalmente su misma existencia como productor independiente: el Hombre Poderoso se lo ha tragado. A medida que los Hombres Modestos desaparecen, un número de hombres cada vez más reducido maneja un poder económico cada vez mayor. Bajo una dictadura, la Gran Empresa, hecha posible por el avance de la tecnología y la consiguiente ruina de la Pequeña Empresa, suele ser gobernada por el Estado, es decir, por un reducido grupo de jefes de partido y los soldados, policías y funcionarios públicos que cumplen sus órdenes. Una democracia capitalista, como la de los Estados Unidos, suele ser gobernada por lo que el profesor C. Wright Mills ha llamado la Élite del Poder. [...]
[...] Vemos, pues, que la tecnología moderna ha llevado a la concentración del poder económico y político y al desarrollo de una sociedad gobernada (implacablemente en los Estados totalitarios y cortés e invisiblemente en las democracias) por la Gran Empresa y el Gran Gobierno. Pero las sociedades están compuestas de individuos y son buenas únicamente en la medida en que ayudan a los individuos a realizarse conforme a sus potencialidades y a lograr una vida feliz y fecunda. ¿Qué repercusión han tenido los avances tecnológicos de los últimos años en los individuos? He aquí cómo responde a esta pregunta un filósofo psiquiatra, el doctor Erich Fromm: «Nuestra sociedad occidental contemporánea, a pesar de su progreso material, intelectual y político, ayuda cada vez menos a la salud mental y tiende a socavar la seguridad interior, la felicidad, la razón y la capacidad para el amor del individuo; tiende a convertirlo en un autómata que paga su frustración como ser humano con trastornos mentales crecientes y una desesperación que se oculta bajo un frenético afán de trabajo y supuestos placeres.» [...]
[...] En el curso de la evolución, la naturaleza se ha tomado muchísimo trabajo para que todo individuo sea distinto de cualquier otro individuo. Nos reproducimos poniendo en contacto los genes del padre con los de la madre. Estos factores hereditarios pueden combinarse en un número de modos casi infinito. Física y mentalmente, cada uno de nosotros es único. Cualquier cultura que en interés de la eficiencia o en nombre de cualquier dogma político o religioso trate de uniformar al individuo humano comete un ultraje contra la naturaleza biológica del hombre. [...]
[...] La organización es indispensable, pues la libertad existe y tiene sentido únicamente dentro de una comunidad autorregulada de individuos que cooperen libremente. Pero, aunque indispensable, la organización también puede ser fatal. La organización excesiva transforma a hombres y mujeres en autómatas, sofoca el espíritu creador y suprime la misma posibilidad de la libertad. Como de costumbre, la única fórmula segura es la del término medio, entre los extremos del laissez faire y de la regulación absoluta. [...]
[...] En términos biológicos, el hombre es moderadamente gregario, no un animal completamente social; es un ser, por ejemplo, más como el lobo o el elefante que como la abeja o la hormiga. En su forma original, las sociedades humanas no se parecían a la colmena o el hormiguero; eran meras manadas. La civilización es, entre otras cosas, el proceso por el que las primitivas manadas se transforman en una analogía, tosca y mecánica, de las comunidades orgánicas de los insectos sociales. Actualmente, las presiones del exceso de población y del cambio tecnológico están acelerando este proceso. El termitero ha llegado a ser un ideal realizable y, a los ojos de algunos, deseable. Sobra decir que es un ideal que nunca se realizará. Hay un abismo entre el insecto social y el mamífero no muy gregario y de cerebro grande; aun en el caso de que el mamífero hiciera todo lo posible para imitar al insecto, el abismo subsistiría. Por mucho que lo intenten, los hombres no pueden crear un organismo social; lo único que pueden crear es una organización. En el intento de crear un organismo, crearán únicamente un despotismo totalitario. [...]
[...] Lo que sucede cuando los fines son subordinados a los medios fue claramente demostrado por Hitler y Stalin. Bajo su odioso gobierno personal los fines fueron subordinados a los medios organizativos por una mezcla de violencia y propaganda, de terror sistemático y sistemática manipulación de las mentes. En las más eficientes dictaduras del mañana, habrá probablemente mucho menos violencia que bajo Hitler y Stalin. Los gobernados del futuro dictador serán militarizados de modo indoloro por un cuerpo de ingenieros sociales cuidadosamente adiestrado. [...]
EN UNA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA
[...] fuerzas que pueden ser deliberadamente utilizadas por individuos ambiciosos de poder cuya finalidad sea establecer un dominio parcial o completo sobre sus semejantes. Hace cincuenta años, cuando yo era un chico, parecía de una evidencia completa que los malos tiempos habían terminado, que la tortura, la matanza, la esclavitud y la persecución de herejes eran cosas del pasado. Entre personas que llevaban sombreros de copa, viajaban en trenes y se bañaban todas las mañanas, horrores así parecían inimaginables. Al fin y al cabo, estábamos viviendo en el siglo XX. Unos cuantos años después, estas personas que se bañaban a diario e iban a la iglesia con sombrero de copa estaban cometiendo atrocidades en una escala no soñada por los descarriados africanos y asiáticos. Si tenemos en cuenta la historia reciente, es estúpido suponer que cosas así no pueden ocurrir de nuevo. Pueden ocurrir de nuevo y, sin duda, ocurrirán. Pero hay ciertas razones para creer que, en el futuro inmediato, los métodos punitivos de 1984 cederán el sitio a los estímulos y manipulaciones del Mundo Feliz. [...]
[...] Jefferson dijo: «Si una nación espera ser ignorante y libre, espera algo que nunca fue ni nunca será… La gente no puede sentirse segura sin información. Donde la prensa es libre y todos pueden leer, hay seguridad.» [...]
[...] La comunicación en masa, en pocas palabras, no es ni buena ni mala; es simplemente una fuerza y, como toda fuerza, puede ser bien o mal utilizada. Utilizados de un modo, la prensa, la radio y el cine son indispensables para la supervivencia de la democracia. Utilizados de otro modo, figuran entre las armas más poderosas del arsenal de un dictador. [...]
[...] En el Este totalitario hay censura política y los medios de comunicación en masa están dominados por el Estado. En el Oeste democrático hay censura económica y los medios de comunicación en masa están dominados por los miembros de la Élite de Poder. La censura por medio de los costos crecientes y la concentración del poder de comunicación en las manos de unas cuantas empresas es menos reprensible que la propiedad del Estado y la propaganda de gobierno, pero, desde luego, no es algo que un demócrata jeffersoniano podría aprobar. [...]
[...] Sólo quien vigila puede mantener sus libertades y sólo quienes están constante e inteligentemente en sus puestos pueden aspirar a gobernarse efectivamente por procedimientos democráticos. Una sociedad en la que la mayoría pasa la mayor parte de su tiempo no en sus puestos, no aquí, ahora y en un futuro previsible, sino en otro sitio, en los ajenos otros mundos del deporte y de la ópera cómica, de la mitología y la fantasía metafísica, tendrá dificultades para hacer frente a las intrusiones de los dispuestos a manipularla y dominarla. En su propaganda, los dictadores de hoy confían principalmente en la repetición, la supresión y la racionalización: la repetición de las consignas que desean que sean aceptadas como verdades, la supresión de hechos que desean que sean ignorados y el fomento y racionalización de las pasiones que puedan ser utilizadas en interés del Partido o del Estado. [...]
BAJO UNA DICTADURA
[...] La dictadura de Hitler —dijo [Albert Speer]— difirió en un punto fundamental de todas sus predecesoras en la historia. Fue la primera dictadura del presente período de desarrollo moderno, una dictadura que hizo un uso completo de todos los medios técnicos para la dominación de su propio país. Mediante elementos como la radio y el altoparlante, ochenta millones de personas fueron privadas del pensamiento independiente. Es así como se pudo someterlas a la voluntad de un hombre… Los dictadores anteriores habían necesitado colaboradores muy calificados hasta en el más bajo de los niveles, hombres que pudieran pensar y actuar con independencia. En el período del desarrollo técnico moderno, el sistema totalitario puede prescindir de tales hombres; gracias a los modernos métodos de comunicación, es posible mecanizar las jefaturas de los grados inferiores. Como consecuencia de esto, ha surgido el nuevo tipo del recibidor de órdenes sin espíritu crítico. [...]
[...] Gracias al progreso tecnológico, el Gran Hermano puede actualmente ser casi tan ubicuo como Dios. [...]
[...] Actualmente, el arte de gobernar las mentes ajenas lleva camino de convertirse en ciencia. Quienes practican esta ciencia saben lo que están haciendo y por qué lo hacen. Tienen como guías de su tarea teorías e hipótesis que han quedado sólidamente establecidas sobre macizos cimientos de pruebas experimentales. [...]
[...] Es víctima de lo que yo he denominado «envenenamiento de rebaño». Como el alcohol, el veneno de rebaño es una droga activa, extravertida. El individuo con embriaguez de multitud escapa de la responsabilidad, la inteligencia y la moral y entra en una especie de irracional animalidad frenética. [...]
[...] Hitler acertó perfectamente en su estimación de la naturaleza humana. Para quienes ven en los hombres y mujeres individuos, más que miembros de una multitud o de colectividades uniformadas, estuvo odiosamente equivocado. ¿Cómo podemos preservar la integridad del individuo humano y reafirmar su valor en la época de un exceso de población y un exceso de organización que se están acelerando, y de unos medios de comunicación en masa cada vez más eficientes? Es una pregunta que cabe hacer todavía y que tal vez pueda ser efectivamente contestada. Transcurrida otra generación, tal vez será demasiado tarde para contestarla y tal vez imposible, en el sofocante clima colectivo de ese tiempo futuro, hasta simplemente formularla. [...]
[...] La supervivencia de la democracia depende de la capacidad de un gran número de personas para optar con sentido realista a la luz de la información adecuada. Una dictadura, en cambio, se mantiene censurando o deformando los hechos y apelando no a la razón, no al ilustrado interés personal, sino a la pasión y el prejuicio, a las poderosas «fuerzas ocultas», según Hitler las llamaba, que se hallan presentes en las inconscientes profundidades de todas las mentes humanas. [...]
[...] La tarea del propagandista comercial en una democracia es en ciertos aspectos más fácil y en ciertos otros aspectos más difícil que la de un propagandista político empleado por un dictador establecido o un dictador en cierne. Es más fácil por cuanto casi todo el mundo parte de un prejuicio en favor de la cerveza, los cigarrillos y las heladeras, mientras que casi nadie parte de un prejuicio en favor de los tiranos. Es más difícil por cuanto el propagandista comercial no está autorizado por las reglas de su juego particular a apelar a los instintos más salvajes de su público. [...]
[...] La gente puede tener al principio un prejuicio inicial contra los tiranos, pero, cuando los tiranos o aspirantes a tiranos le dedican una propaganda liberadora de adrenalina sobre la “perfidia del enemigo —especialmente de un enemigo lo bastante débil para que pueda ser perseguido—, muchos se inclinan a seguir con entusiasmo a quien así se expresa. En sus discursos, Hitler repetía insistentemente palabras como «odio», «fuerza», «implacable», «aplastamiento», «aniquilación», y acompañaba estas violentas palabras con ademanes todavía más violentos. Gritaba, daba alaridos, sus venas se hinchaban, su rostro se ponía violáceo. Una emoción violenta (como lo saben todos los actores y dramaturgos) es contagiosa en sumo grado. [...]
[...] casi nadie quiere la guerra o la tiranía, pero son muchos los que hallan un placer intenso en las ideas, sentimientos y actos que llevan a esas calamidades. Son ideas, sentimientos y actos demasiado peligrosos para ser explotados comercialmente. El anunciante acepta esta desventaja y hace cuanto puede con las emociones menos intoxicantes, con las formas más tranquilas de la irracionalidad. [...]
[...] Otro símbolo desproporcionadamente fascinador es el Canto Comercial. El Canto Comercial es un invento reciente, pero el Canto Teológico y el Canto Piadoso —el himno y el salmo— son tan viejos como la misma religión. El Canto Militar, o sea la marcha militar, es coetáneo de la guerra, y el Canto Patriótico, precursor de nuestros himnos nacionales, fue indudablemente utilizado para promover la solidaridad de grupo, para recalcar la distinción entre «nosotros» y «ellos», por las bandas ambulantes de cazadores y recogedores de alimentos del paleolítico. Para la mayoría de las personas, la música es intrínsecamente atractiva. Además, las melodías tienden a grabarse en la mente del oyente. Una tonada puede acudir a la memoria durante toda una vida. [...]
[...] Gracias a la educación obligatoria y la prensa rotativa, el propagandista ha podido, desde hace muchos años, transmitir sus mensajes virtualmente a todos los adultos de cada país civilizado. Actualmente, gracias a la radio y la televisión, está en la feliz posición de poder comunicarse hasta con los adultos analfabetos y los niños que no han aprendido todavía a leer. Los niños, como cabía suponerlo, son muy impresionables para la propaganda. Nada saben del mundo y de sus modos y, como consecuencia, nada recelan. Sus facultades críticas no se han desarrollado. Los de menos edad no han llegado a la edad de la razón y los de más edad carecen de la experiencia sobre la que puede trabajar con eficacia su racionalidad recién adquirida. [...]
[...] Los traficantes políticos recurren únicamente a las debilidades de los votantes, nunca a su fuerza potencial. No intentan educar a las masas y capacitarlas para que se gobiernen a sí mismas; se contentan con manipularlas y explotarlas. [...]
[...] Del modo que sea, como varón de pelo en pecho o cariñoso padre, un candidato debe ser encantador. También debe ser un animador que nunca aburra al público. Habituado a la radio y la televisión, este público exige que se lo distraiga y no cabe pedirle que se concentre o haga un prolongado esfuerzo intelectual. Todos los discursos del candidato-animador deben ser, pues, breves y tajantes. Los grandes problemas del momento deben ser zanjados en cinco minutos a lo sumo y preferiblemente (pues el público querrá pasar a algo más entretenido que la inflación o la bomba de hidrógeno) en sesenta segundos netos. [...]
[...] Durante sus históricos experimentos sobre el reflejo condicionado, Ivan Pavlov observó que, cuando eran sometidos a una prolongada tensión física o psíquica, los animales de laboratorio revelaban todos los síntomas de una depresión nerviosa. Sus cerebros se negaban a seguir afrontando una situación intolerable y se declaraban en huelga, por así decirlo; o dejaban simplemente de funcionar (el perro pierde la conciencia) o recurrían a la retardación o el sabotaje (el perro se comporta de modo poco realista o revela esos síntomas físicos que en un ser humano llamaríamos histéricos). [...]
[...] El hecho de que todo individuo tiene su punto de rotura ha sido conocido y, de un modo tosco y nada científico, explotado desde tiempo inmemorial. En algunos casos, la inhumanidad del hombre para el hombre ha sido inspirada por el amor a la crueldad como crueldad, a su horrible y fascinante naturaleza. Sin embargo, ha sido más frecuente que el puro sadismo fuera mitigado por el utilitarismo, la teología o las razones de Estado. Entre los que han infligido la tortura y otras formas de tensión figuran los hombres de leyes para soltar las lenguas de testigos renuentes, los sacerdotes para castigar a los heterodoxos e inducirlos a cambiar de opinión y la policía secreta para obtener confesiones de personas consideradas hostiles al gobierno. [...]
[...] Un neurótico incurable no tiene utilidad para nadie. Lo que un dictador inteligente y práctico necesita no es un paciente que deba ser recluido en una institución o una víctima a la que haya que fusilar, sino un converso que trabaje para la Causa. Recurriendo de nuevo a Pavlov, se entera de que, en su marcha hacia el derrumbamiento final, los perros se hacen más que normalmente impresionables. Es posible inculcar nuevas normas de conducta mientras el perro está en el linde de su resistencia cerebral o cerca de él. Y al parecer estas nuevas normas de conducta son de imposible desarraigo. [...]
[...] Entre las tensiones físicas que aumentan la impresionabilidad del perro figuran el cansancio, las heridas y todas las formas de enfermedad. Para un aspirante a dictador, estas conclusiones tienen importantes aplicaciones prácticas. Prueban, por ejemplo, que Hitler tenía mucha razón cuando sostenía que las concentraciones nocturnas eran más efectivas que las concentraciones de día. Durante el día, escribió, «el poder de voluntad del hombre se revela con la máxima energía contra cualquier intento de imponerle la voluntad y la opinión de otros. Por la noche, sucumbe más fácilmente ante la fuerza dominante de una voluntad más vigorosa». Pavlov hubiera estado de acuerdo con él; el cansancio aumenta la impresionabilidad. (Tal es la razón, entre otras, de que los patrocinadores comerciales de los programas de televisión prefieran las horas de la noche y estén dispuestos a apoyar esta preferencia con dinero efectivo.) La enfermedad es todavía más efectiva que el cansancio para intensificar la impresionabilidad. En el pasado, las habitaciones de los enfermos fueron el escenario de innumerables conversiones. [...]
[...] La efectividad de la propaganda política y religiosa depende de los métodos que se empleen, no de las doctrinas que se enseñen. Estas doctrinas pueden ser verdaderas o falsas, saludables o perniciosas; ello importa poco o no importa nada. [...]
[...] se emplearon métodos análogos con los prisioneros de guerra durante el conflicto de Corea. En los campos chinos, los jóvenes cautivos occidentales quedaron sometidos sistemáticamente a la tensión. La más insignificante infracción de los reglamentos bastaba para que el culpable fuera llevado al despacho del comandante, donde se lo interrogaba, intimidaba y se le infligía una humillación pública. El proceso se repetía una y otra vez, a cualquier hora del día o de la noche. Este acoso continuo producía en las víctimas una sensación de desconcierto y ansiedad crónica. Con objeto de intensificar la sensación de culpa, se hacía que los prisioneros escribieran y volvieran a escribir, cada vez con detalles más íntimos, largas reseñas autobiográficas de sus insuficiencias. Y una vez hecha la confesión de sus propios pecados, se los invitaba a que confesaran los pecados de sus compañeros. La finalidad era crear en el campo una sociedad de pesadilla, en la que todos se espiaran y denunciaran mutuamente. A estas tensiones mentales se agregaban las tensiones físicas de la mala alimentación, la incomodidad y la enfermedad. La incrementada impresionabilidad así inducida era hábilmente explotada por los chinos, quienes vertían en estas mentes anormalmente receptivas grandes dosis de literatura procomunista y anticapitalista. Estas técnicas pavlovianas tuvieron mucho éxito. Uno de cada siete prisioneros norteamericanos fue culpable, según se nos dice oficialmente, de grave colaboración con las autoridades chinas; uno de cada tres lo fue de colaboración técnica. [...]
[...] El lavado de cerebros, tal como se practica ahora, es una técnica híbrida que depende para su eficacia en parte del empleo sistemático de la violencia y en parte de una hábil manipulación psicológica. Representa la tradición de 1984 en camino de convertirse en la tradición de Un Mundo Feliz. [...]
[...] En el Mundo Feliz de mi fábula no había whisky, ni tabaco, ni heroína ilícita, ni cocaína de contrabando. La gente no fumaba, ni bebía, ni se daba inyecciones. Cuando alguien se sentía deprimido o flojo se tomaba un par de tabletas de un compuesto químico llamado Soma. [...]
[...] Desde nuestro presente punto de vista, el hecho más interesante acerca de estas nuevas drogas es que alteran temporalmente la química del cerebro y el estado de ánimo con ella asociado sin causar daño alguno permanente al conjunto del organismo. A este respecto, son como el Soma y se diferencian profundamente de las antiguas drogas alteradoras de la mente. Por ejemplo, el tranquilizador clásico es el opio. Pero el opio es una droga peligrosa que, desde los tiempos neolíticos hasta nuestros días, ha estado haciendo toxicómanos y arruinando la salud. [...]
[...] Es manifiesto que un dictador podría, si lo deseara, utilizar estas drogas con fines políticos. Podría crearse un seguro contra la agitación política cambiando la química de los cerebros de sus gobernados y haciéndoles así contentarse con su condición servil. Podría utilizar los tranquilizadores para calmar a los excitados, los estimulantes para despertar el entusiasmo en los indiferentes y los alucinantes para que los desdichados apartaran la atención de sus propias miserias. [...]
[...] Bajo una dictadura, los farmacéuticos tendrían la orden de cambiar de actitud con cada cambio de circunstancias. En tiempos de crisis nacional, su misión sería vender el mayor número posible de estimulantes. Entre crisis y crisis, una actividad y una energía excesivas por parte de los gobernados serían muy fastidiosas para el tirano. En tiempos como ésos, se invitaría a las masas a comprar tranquilizadores y productores de visiones. Bajo la influencia de estos sedantes jarabes, no crearían conflictos al amo, según sería de esperar. [...]
[...] Entretanto, la farmacología, la bioquímica y la neurología están en marcha y podemos tener la seguridad de que, dentro de pocos años, habrá nuevos y mejores métodos químicos para aumentar la impresionabilidad y disminuir la resistencia psicológica. Como cualquier otra cosa, estos descubrimientos podrán ser utilizados para bien o para mal. [...]
[...] En una nota de pie de página agregada a la edición inglesa de 1919 de su libro La interpretación de los sueños, Sigmund Freud llamó la atención sobre el trabajo del doctor Poetzl, un neurólogo austríaco que había publicado hacía poco un informe describiendo sus experimentos con el taquistoscopio. (El taquistoscopio es un instrumento que viene en dos formas: una cámara en la que el individuo ve una imagen expuesta por una breve fracción de segundo o una linterna mágica con un obturador de alta velocidad, capaz de proyectar muy brevemente una imagen en una pantalla.) En estos experimentos, «Poetzl pidió a los sujetos que hicieran un dibujo de lo que habían advertido conscientemente en la imagen que les había sido expuesta en el taquistoscopio… Luego, fijó su atención en los sueños que cada uno de estos sujetos había tenido en la noche siguiente y les pidió de nuevo que hicieran dibujos de las partes adecuadas de estos sueños. Quedó inconfundiblemente de manifiesto que el material utilizado para la construcción del sueño estaba compuesto por aquellos detalles de la imagen expuesta que el sujeto no había advertido». [...]
[...] En una época como ésta, el anuncio de que la pura ciencia de Poetzl había sido aplicada en la forma de una técnica de proyección subliminal tenía necesariamente que despertar un vivísimo interés entre los asistentes a los espectáculos públicos. Porque la nueva técnica estaba dedicada directamente a ellos y tenía por finalidad manipular sus mentes sin que ellos lo advirtieran. Por medio de taquistoscopios especialmente diseñados, se proyectaban palabras o imágenes por una milésima de segundo o menos en las pantallas de los televisores y cines durante (no antes ni después) los programas. «Beba Coca-Cola» o «Fume un Camel» quedaban fugazmente sobrepuestos en el beso de los enamorados o las lágrimas de la angustiada madre; los nervios ópticos de los espectadores registraban estos secretos mensajes, su subconsciente replicaba a ellos y, a su debido tiempo, cada cual sentía conscientemente el deseo de tomar un refresco o fumar un cigarrillo. Y entretanto, se emitían otros secretos mensajes, en un murmullo demasiado suave o un chillido demasiado agudo para que fueran oídos conscientemente. El oyente podía estar conscientemente atento a una frase como «¡Oh, amada, cuánto te quiero!», pero subliminalmente, por debajo del umbral de la conciencia, sus oídos increíblemente sensitivos y su mente subconsciente recogían las últimas buenas noticias sobre desodorantes y laxativos. [...]
[...] Repetido a intervalos regulares durante la exhibición de una película en un cine, el consejo de que se compraran palomitas de maíz permitió que aumentara en un cincuenta por ciento la venta del producto durante el descanso. Pero un solo experimento prueba muy poco. [...]
[...] Por encima del umbral de la conciencia, uno de los métodos más efectivos de persuasión no racional es lo que podría llamarse persuasión por asociación. El propagandista asocia arbitrariamente el producto, candidato o causa que ha elegido con alguna idea o imagen de persona o cosa que la mayoría de la gente, en una cultura dada, considera indiscutiblemente como buena. Así, en una campaña de venta, la belleza femenina puede ser relacionada arbitrariamente con cualquier cosa, desde un bulldozer hasta un diurético; en una campaña política, el patriotismo puede ser relacionado con cualquier causa, desde el apartheid hasta la integración, y con cualquier clase de persona, desde un Mahatma Gandhi hasta un senador McCarthy. [...]
[...] A finales del otoño de 1957, el Woodland Road Camp, una institución penal del distrito de Tulare, California, fue el escenario de un experimento curioso e interesante. Se colocaron altoparlantes en miniatura bajo las almohadas de un grupo de presos que se habían prestado voluntariamente a actuar de conejitos de Indias psicológicos. Cada uno de estos altoparlantes de almohada estaba conectado a un fonógrafo en el despacho del alcalde. Cada hora durante toda la noche un susurro inspirativo repetía una breve homilía sobre «los principios de la vida moral». Al despertarse en mitad de la noche, el preso podía oír la vocecita que ensalzaba las virtudes cardinales o murmuraba, en nombre de un mejor ego del propio oyente: «Estoy imbuido de amor y compasión por todos. Venga, pues, Dios en mi ayuda.»
[...] Hasta la fecha, que yo sepa, las sugestiones hipnopédicas no han sido utilizadas por ningún Estado de más poder que el distrito de Tulare y, desde luego, las sugestiones hipnopédicas que Tulare ha formulado a los delincuentes son inobjetables. [...]
[...] subsiste el hecho de que en el ejército norteamericano, durante la Segunda Guerra Mundial (e inclusive, experimentalmente, durante la Primera), la instrucción diurna en código Morse y lenguas extranjeras fuera complementada con la instrucción durante el sueño, aparentemente con resultados satisfactorios. Desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial, varias casas comerciales de los Estados Unidos y otras partes han vendido gran número de altoparlantes de almohada y fonógrafos y cintas registradoras de regulación cronométrica para uso de actores con prisas para aprender sus papeles, de políticos y predicadores que quieren crear la ilusión de que improvisan con elocuencia, de estudiantes que preparan sus exámenes y, finalmente y con el máximo provecho, de las innumerables personas que no están contentas de sí mismas y desean autosugestionarse o que se las sugestione para convertirse en alguien distinto. [...]
[...] Una persona en sueño profundo no es sugestionable. En cambio, cuando se hacen sugestiones a personas en sueño ligero, responden a ellas [...]
[...] Para un aspirante a dictador, la moraleja de todo esto es clara. En las debidas condiciones, la hipnopedia es realmente eficaz; es, al parecer, tan eficaz como la hipnosis. [...]
[...] La impresionabilidad es una de las cualidades que varían mucho de individuo a individuo. Los factores ambientales representan sin duda son clientes entusiastas y dan cuenta de muy notables resultados en muy poco tiempo. En el otro extremo del espectro de la impresionabilidad, hay una minoría del ocho por ciento que regularmente pide que se le devuelva el dinero. Entre estos dos extremos, está la gente que no obtiene resultados rápidos, pero que es lo bastante sugestionable para quedar afectada a la larga. Si esta gente escucha con perseverancia las oportunas instrucciones hipnopédicas, acabará obteniendo lo que quiere: confianza en sí misma, armonía sexual, menos peso o más dinero. [...]
[...] Aproximadamente la quinta parte de la población, según se nos dice, puede ser hipnotizada muy fácilmente. Otra quinta parte no puede ser hipnotizada de ningún modo o sólo puede ser hipnotizada cuando las drogas o la fatiga han disminuido la resistencia psicológica. Las restantes tres quintas partes pueden ser hipnotizadas algo menos fácilmente que el primer grupo, pero mucho más fácilmente que el segundo. Un fabricante de discos hipnopédicos me ha dicho que aproximadamente el veinte por ciento de sus clientes son clientes entusiastas y dan cuenta de muy notables resultados en muy poco tiempo. En el otro extremo del espectro de la impresionabilidad, hay una minoría del ocho por ciento que regularmente pide que se le devuelva el dinero. Entre estos dos extremos, está la gente que no obtiene resultados rápidos, pero que es lo bastante sugestionable para quedar afectada a la larga. Si esta gente escucha con perseverancia las oportunas instrucciones hipnopédicas, acabará obteniendo lo que quiere: confianza en sí misma, armonía sexual, menos peso o más dinero. [...]
[...] La educación para la libertad debe comenzar exponiendo hechos y enunciando valores y debe continuar creando adecuadas técnicas para la realización de los valores y para combatir a quienes deciden desconocer los hechos y negar los valores por una razón cualquiera. [...]
[...] Cada individuo es biológicamente único y distinto de todos los otros individuos. La libertad es por tanto un gran bien, la tolerancia una gran virtud y la uniformidad una gran desdicha. Por razones prácticas o teóricas, los dictadores, los Hombres de Organización y ciertos hombres de ciencia ansían reducir la enloquecedora diversidad de las naturalezas de los hombres a una u otra clase de gobernable uniformidad. [...]
[...] Un sistema ético que se base en una apreciación más o menos realista de los datos de la experiencia tiene muchas probabilidades de hacer más bien que mal. Pero son muchos los sistemas éticos que se han basado en una apreciación de la experiencia, en una opinión de la naturaleza de las cosas, que no tiene nada de realista. Una ética como tal ha de hacer probablemente más mal que bien. Por ejemplo, hasta hace muy poco se creía universalmente que el mal tiempo, las enfermedades del ganado y la impotencia sexual podían ser causados, y en muchos casos realmente lo eran, por los malévolos manejos de los magos. [...]
[...] Esa educación para la libertad debe ser, como he dicho, una educación ante todo en hechos y en valores: los hechos de la diversidad individual y de la singularidad genética y los valores de la libertad, la tolerancia y la caridad mutua, que son los corolarios éticos de tales hechos. Pero, por desgracia, el conocimiento exacto y los sólidos principios no son bastantes. Una verdad sin interés puede ser eclipsada por una falsedad emocionante. Una hábil apelación a la pasión es muchas veces demasiado fuerte para la mejor de las buenas resoluciones. Los efectos de la propaganda falsa y perniciosa no pueden ser neutralizados sin un adiestramiento a fondo en el arte de analizar sus técnicas y ver a través de sus sofismas. [...]
[...] Podemos ser educados para la libertad mucho mejor de lo que actualmente lo somos. Pero la libertad, como he tratado de demostrarlo, se ve amenazada desde muchas direcciones, y estas amenazas son de muchas clases diferentes: demográficas, sociales, políticas, psicológicas. Nuestra enfermedad tiene una multiplicidad de causas cooperantes y sólo podrá ser curada por una multiplicidad de cooperantes remedios. Al encarar cualquier compleja situación humana, debemos tener en cuenta todos los factores importantes, no meramente un solo factor. Nada que no sea todo es realmente bastante. La libertad está amenazada y la educación para la libertad es de necesidad muy urgente. Pero hay otras muchas cosas: por ejemplo, la organización social para la libertad, la regulación de los nacimientos para la libertad, la legislación para la libertad. [...]
[...] O tomemos el derecho de voto. En principio, es un gran privilegio. En la práctica, como la reciente historia lo ha mostrado repetidamente, el derecho de voto no es en sí mismo una garantía de libertad. Por tanto, si deseamos impedir la dictadura por el plebiscito, debemos dividir las vastas colectividades parecidas a máquinas de la sociedad moderna en grupos autónomos que cooperen voluntariamente y sean capaces de funcionar al margen de los sistemas burocráticos de la Gran Empresa y el Gran Gobierno. [...]
[...] Entretanto, queda todavía en el mundo alguna libertad. Verdad es que son muchos los jóvenes que parecen atribuir a la libertad muy poco valor. Pero algunos de nosotros todavía creemos que los seres humanos no pueden ser sin libertad completamente humanos y que, por tanto, la libertad es supremamente valiosa. Tal vez las fuerzas que amenazan actualmente a la libertad son demasiado fuertes para ser resistidas por mucho tiempo. Sin embargo, tenemos el deber de hacer cuanto podamos para resistirlas. [...]
Traducción: Miguel de Hernani
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