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DavidTriviño.

ESCRITOR

Foto del escritorDavid Triviño

Demasiadas palabras abruman

Ayer, en ocasión a mi visita a Marina Antúnez para una entrevista para el Actual, después de más de media hora hablando de Obsesión, literatura y la vida en general, me salió sin más explicarle mis pensamientos sobre la descripción en una novela. 


© David Mack

Creo que el tema es suficientemente interesante como para relacionarlo a lo que aprendí escribiendo mi primera novela Matadero (actualmente en proceso de reescritura) ligado a abrumar al lector con demasiadas palabras.

Al escribir Matadero, una novela que en su primera versión tenía más de 700 páginas, me descubrí a mí mismo realizando algo que, como lector, siempre había odiado. Cuanto más escribía, más entendía que lo que dejaba fuera del texto debía ser tan importante como lo que contaba. 

En mi experiencia como lector - mucho más extensa que como escritor, si es que ya me considero escritor -, siempre he preferido los libros con las descripciones justas y al grano, que dejaban espacio a mi propia imaginación para respirar y expandirse como un gas, sin freno. Sin haberlo reflexionado hasta hace poco, ese tipo de novelas con descripciones justas siempre me habían enganchado más pero no terminaba de ver la relación entre ese hecho y la capacidad del autor para permitirme un espacio propio en su historia.

Por tanto, siempre me decía no sé porqué, pero prefiero los libros con pocas descripciones.


Recientemente he entendido que cuando un escritor deja el suficiente margen a la imaginación, el lector se siente más metido en la historia porque se convierte en coautor, casi en un cómplice del creador.

De esta forma, el libro se convierte en una colaboración entre el escritor y el lector y, de alguna forma, cada libro es distinto según quién lo lea. Como lector, aportas tu propio pasado, tu propio carácter, tu propia historia, tus gustos a cualquier texto que lees. 


En resumen, he aprendido - no sin esfuerzo - que no todo debe estar explícito. Debes frenar tu ansia de contarlo todo para dejar que el lector rellene los huecos pero, al mismo tiempo, no dejar demasiados agujeros. Hay escritores que te abruman con demasiadas palabras, no te dejan suficiente espacio para que entres y conectes con su historia.


¿Qué opináis?

Hasta la próxima

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