«La violencia no es un catalizador sino una distracción.» Joseph Conrad
Fue esta frase de Joseph Conrad, considerado uno de los mejores novelistas de la literatura inglesa, la que me expandió la mente y me hizo preguntarme cosas como: ¿hasta dónde es capaz de llevarnos la violencia? ¿Son todos los tipos de violencia comparables? ¿Se basa nuestra vida, nuestro destino, en la violencia que nos rodea? ¿La violencia solo puede contrarrestarse con violencia?
Así nació el tríptico de la violencia que conforman OBSESIÓN, MATADERO y CANÍBAL.
Otros autores los llamarían una trilogía, pero yo no soy otros autores. Las tres novelas, a pesar de suceder en un universo compartido, y tener enlaces entre ellas (lugares comunes, personajes que reaparecen, tramas que se convierten en leyendas décadas después...), no conforman en mi mente una trilogía. Quizás sea por el hecho que no las concebí al mismo tiempo, sino que fueron surgiendo cuando me daba cuenta de que mi exploración de la violencia no estaba completa.
MATADERO era la violencia paternal y de una sociedad llevada al extremo durante la Gran Depresión, también hablaba de la violencia que ejercen sobre nosotros nuestras pérdidas y nuestra reproches.
OBSESIÓN era la violencia contra uno mismo, la autodestrucción que muchos sufrimos cuando nos llevan al límite por razones insospechadas. La extraña forma que tienen los humanos de castigar sus cuerpos por tratar de dejar de sentirse culpables.
CANÍBAL es la violencia de un criminal, pero también la que ejercen las apariencias sobre una persona, las mismas que no le permiten ser él mismo con las personas que ama. El odio que sabe que generará en los demás si expresa su verdad.
Por supuesto, son violencias llevadas al límite, exprimidas al máximo, como marcan los cánones de la novela negra, que también exploro y subvierto como me interesa para lograr marcar el camino (aunque a veces sean los personajes los que me lo marcan a mí, incapaces de seguir con mi plan marcado).
Para mí, mucho más allá de las épocas, las tramas, los personajes recurrentes, mi propio estilo y mi clara subversión del género negro, lo que realmente une a mis tres novelas es la violencia. Y, por encima de todo, como la gravedad que ejerce afecta a todos los que la rodean. ¿Es, entonces, el tríptico una crítica? Sí y no.
Como han dicho múltiples autores antes que yo (tampoco pretendo haber inventado la sopa de ajo), el principal propósito de una novela es entretener y, aunque intento meter un mensaje crítico, no lo hago de forma expositiva, sino a través de mis personajes.
También la primera persona que he usado en las tres novelas debe ayudar al lector a identificarse con estos tres personajes rotos (James, Harold y Neil), aunque en ocasiones, por sus idiosincrasias, sea muy complicado.
En definitiva, este ha sido un viaje en el que hemos descubierto juntos que hay otra forma de tratar los temas de siempre, sea acertada o no, y que, en nuestra sociedad, es importante saber alejarnos de las etiquetas que nos imponen (o nos imponemos).
Mi pretensión de estudiar la violencia encajaba mejor en el noir que en ningún lado, pero eso no significa que el tríptico sean novelas negras clásicas. ¿Hay que romper con lo establecido para llegar a algún lado? No pretendo saberlo, que cada uno que haya leído mis novelas saque sus conclusiones.
Y, al final, lo más importante: ¡¡¡espero que hayáis disfrutado con las lecturas!!!
Espero que me sigáis en el nuevo camino que emprendo, también retratando un mundo muy negro, pero en un estilo más alejado al noir clásico que nunca.
Siempre mutando para mejorar.
Nos leemos.
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