La fotoperiodista Shiho Fukada destaca a las ancianas japonesas que buscan escapar de la soledad al ser encarceladas.
Hoy recupero este artículo de la revista PEN que trata de este tema tan interesante: las ancianas que prefieren ser encarceladas que seguir viviendo sola. En este caso lo hace a través de la fotos de Shiho Fukada.
«Quiero que la gente piense cuándo hablaron por última vez con su abuela y si escuchan sus historias. Quiero que la gente preste más atención a la soledad que pueden estar experimentando sus familiares», explica el fotoperiodista japonés Shiho Fukada. El autor, que trabaja en Tokio para varios medios de comunicación internacionales, elaboró un reportaje acompañado de una serie de fotografías para el semanario Bloomberg. En él, presenta a mujeres ancianas para quienes la prisión es la mejor manera de escapar de la soledad.
Fue cuando descubrió el libro blanco del gobierno japonés sobre la delincuencia, que subrayaba el aumento de delitos cometidos por los grupos demográficos más antiguos, que la periodista decidió trabajar en el tema. Obtuvo permiso para entrevistar y fotografiar a las reclusas de una prisión de mujeres al norte de Tokio. El ambiente es muy disciplinado y el comportamiento vigilado, en contraste con el entorno físico de la prisión que tiene un diseño muy estereotipado: paredes rosa pálido, ventanas redondas, estatuas de madres y sus hijos, y numerosos rosales plantados en el patio. Incluso el uniforme que usan los detenidos viene en varios tonos de rosa.
La paradoja de encontrar una conexión social en prisión
Durante la elaboración del informe, las condiciones para disparar y comunicarse con los internos fueron extremadamente estrictas. Un guardia le dijo a la periodista lo que podía y no podía fotografiar. «Probablemente tuve un promedio de cinco minutos para disparar a cada persona. También tuve que fotografiarlos de tal manera que no fueran identificables», recuerda Shiho Fukada.
Las fotografías van acompañadas de breves testimonios de los detenidos, como una mujer, esposa de un hombre adinerado, que fue sorprendida robando. Aunque tiene hijos y nietos, su existencia diaria es simplemente un largo período de soledad. «Cuando hablé con ellos, me di cuenta de lo que tenían en común. Estas mujeres sintieron que su voz nunca se escuchó», explica la periodista. Tratados como invisibles e ignorados a diario, en la cárcel sus compañeros detenidos les muestran consideración y están bajo la vigilancia constante del personal penitenciario.
«Estas son, en última instancia, solo mujeres comunes y corrientes. Por lo tanto, quería que los lectores y espectadores entendieran que estas mujeres encarceladas podrían ser su abuela, su tía, su madre, su hermana o su vecina», explica Shiho Fukada. En 2018, se informó que casi una de cada cinco mujeres en las cárceles japonesas era anciana. La mayoría de ellos han sido encarcelados por delitos menores, y nueve de cada diez han sido condenados por hurto.
El trabajo de Shiho Fukada se puede encontrar en su sitio web.
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