Es una pena que en la época que corremos tengamos que estar hablando de libertad de expresión y de censura y -aunque pretendo dejar la política a un lado en este blog-, esto no puedo callármelo, por esa razón la explícita imagen que lo ilustra.
Para hablar del tema, en esta ocasión, recupero un discurso de Frank Miller acerca de la censura, los derechos de autor y muchos otros temas. En este caso, centrado en el mundo del comicbook americano, pero extensible a la mayoría de medios. No deja de ser una pena que, en el texto, Frank Miller hable de censura que se remonta a los años 50 y que, normalmente, tiene una pura base de interés comercial -quizás político- y no artística.
El texto también habla de los lectores de cómics, de autores reconocidos, de historia de los comics, de derechos de autor y un poco de la carrera de Frank Miller, pero creo que en esta ocasión era esencial dar el texto tal cual, sin edición por mi parte. Por tanto, para que se pueda entender bien -aunque no es necesario para el contexto general- añado links a páginas externas cuando crea que pueden ser clarificadores.
El discurso se dio ante 3.000 personas especializadas en comics y representantes de las grandes editoriales y, en su día, allá por 1994, tuvo mucho revuelo.
Es un poco largo, pero creo que mereca la pena. Allá va:
Dejadme empezar pidiéndoos que os unáis a mí para honrar la memoria de dos grandes hombres. Soy lo bastante sentimental como para pediros que os pongáis de pie para hacerlo. Por favor, un aplauso para el mejor amigo que nunca hayan tenido los comics: el sr. Don Thompson.
Y otro aplauso –mayor si es posible, quiero que esta vez tiemblen las paredes- para el mayor dibujante de la historia de los cómics, el Sr. Jack Kirby.
Bien, es una sala muy grande, pero creo que lo que han conseguido. Las paredes han temblado por Jack, como lo hubieran hecho en una de sus páginas
Con la muerte de Jack Kirby termina una era. A los que nos dedicamos a esto, nos gusta utilizar la palabra “era”. Y se nos ha ocurrido media docena de nombres en la última docena de años. Pero una era muy importante ha llegado a su fin y, tengo que decirlo, no la llamaré la Era Marvel de los Cómics, porque lo mío no es recompensar el robo. La llamaré la Era Jack Kirby de los Cómic.
Al decir esto, no quiero menospreciar el increíble trabajo de Stan Lee, Steve Ditko y muchos otros. También estamos en deuda con ello. Pero fue Jack Kirby quien definió el estilo y el método de todos los dibujantes que vinieron detrás. Hay un “Antes de Kirby” y un “Después de Kirby”. Una era no se parece a la otra.
El rey ha muerto. Y no hay sucesor al título, Nunca habrá nadie igual.
Y hoy tendríamos que honrar a muchos otros. Muchos. Demasiados. Los cómic tienen suficiente edad como para que hayamos perdido a la generación que dio forma al arte y la industria que homenajeamos esta noche. Nos legaron su ejemplo de los mejor que tiene nuestro pequeño y extraño rincón en el arte y la industria: su amor por los cómics.
La mayoría de ustedes y yo hemos sentido ese amor toda la vida. Y a nuestras familias, nuestros compañeros de colegio y simples conocidos les parece un poco antinatural ¿verdad? Siempre les ha sonado un poco raro ¿verdad?
Aguantad un rato. Mientras les hablo de Frankie Markham y de cómo me enamoré de los cómics.
Cuando estaba en el colegio, yo era un chico flacucho, la clase de chico que crece demasiado deprisa y se cae demasiado a menudo jugando a béisbol. Frankie Markham era mi Némesis. Frankie Markham era grande, malo y feo, y varios años mayor que yo. Un duro chico de campo, un matón. Debía de tener unos doce años. Ya saben a lo que me refiero. Un adulto.
Yo empecé queriendo ser Superboy. Mi madre fue tan amable como para hacerme un traje de Superboy y yo solía llevarlo debajo de la ropa de colegio. Solo me atrevo a reconocerlo ante un público como el de hoy.
Hasta que llegó el día en que tuve que dejar de ser Superboy. Fue el día en que Frankie Markham me abofeteo y le dio una paliza a mi amigo Craig. Le pegó tan fuerte que le arrancó su aparato de los dientes. Craig no paraba de sangrar y yo lloraba como un niño. Era lo único que podía hacer: llorar como un niño.
Había destrozado mi fantasía. Superboy hubiera aplastado a Frankie Markham o, como mínimo, hubiera utilizado su visión calorífica. Supe que ya no podía ser Superboy. Era el momento de crecer y crecí. Con un punto de vista nuevo, pragmático, hice lo más realista. Lo maduro. Lo adulto. Decidí que era Spiderman.
Spiderman también tenía problemas con los matones. Éstos le dejaban en ridículo delante de las chicas. Le insultaban. Pero él lo aguantaba todo, guardando el secreto de su increíble poder. Aguantaba y aguantaba, como yo. Aguantaba y aguantaba, hasta que…
Y ahora, llega el clímax de mi relato. Al menos eso me gustaría. Me encantaría decir que fui dando patadas al culo de Frankie Markham desde Vermont hasta Wisconsin, pero nunca lo hice. Nunca peleé con Frankie Markham y, de haberlo hecho, había perdido. Pero aprendí a enfrentarme a bravucones con mis puños y mi ingenio. Y Spiderman me ayudó. Gané valor, aprendí a controlar mis brazos y mis piernas, y me enfrenté a ellos. Así conseguí ganarme el respeto de Frankie Markham.
Y Spiderman me ayudó.
Años después volví a ver a Frankie Markham. Iba conduciendo mi propio coche, así que debía tener 17 años por lo menos. Conducía por una carretera secundaria de Vermont y allí estaba él, haciendo autostop. Lo recogí y lo volví a dejar en alguna otra carretera secundaria. En el camino, comentó que le habían dicho que me trasladaba a Nueva York y que quería convertirme en dibujante de cómic. Opinaba que era genial.
Bajó de mi coche y vi como se alejaba. Vi a Frankie Markham alejarse carretera abajo. Mi antiguo Némesis. De repente, me pareció pequeño y triste. A veces, aunque no muy a menudo, me pregunto que habrá sido de Frankie Markham.
Los cómics siempre han sido desesperadamente importantes para mí. Como refugio. Como inspiración. Como vehículo de mis fantasías. Como profesión. Sé que no soy el único, y menos en esta sala, en amar a los cómics por lo que son y lo que pueden hacer. Es ese amor el que creó esta industria.
Jack Kirby fue el mejor y más genial de una generación que puso tanto amor en sus páginas, que toda la industria creció en torno a él. Fue una generación sorprendente. Una generación épica ¡Cuando piensas en lo que llegaron a hacer…! Se abrieron paso durante la Gran Depresión. Este mismo mes estamos celebrando cómo desembarcaron en las playas de Normandía, derrotaron a Hitler y, casi literalmente, salvaron al mundo. Y en el camino, gracias a su generosidad, nos dieron los cómics.
Y ahora, tengo la suerte de ser una parte lo suficientemente importante de este juego, como para que me inviten a hablaros del futuro de los cómics. Y lo haré. Pero no se puede hablar del futuro de los cómics sin mirar al pasado. No hay forma de comprender adecuadamente donde estamos y hacia dónde nos dirigimos sin mirar de dónde venimos… y la historia está tan oculta por malas interpretaciones y francas mentiras, que quiero aclarar unas cuantas para que podamos entender bien las cosas.
La historia ha sido escrita por nuestro villanos demasiadas veces. Es muy importante que tengamos esto en mente porque, hasta hace muy poco, todo lo que había de bueno en los cómics lo era a pesar de las reglas del juego, no gracias a ellas. Hombres como Jack Kirby, Joe Shuster, Jerry Siegel, Wallace Wood y Steve Ditko, pusieron tanto amor en sus páginas, tanta alegría en nuestras vidas y tanto dinero en nuestras cuentas corrientes, que es fácil olvidar, demasiado fácil olvidar que fueron tratados de manera vergonzosa.
La nuestra es una historia triste y lamentable. Tenemos que tenerla muy presente en esta sal. Es una historia llena de vidas truncadas. De suicidios. De grandes talentos tratados como galeotes. Talentos a los que se le negó la autoría de lo que crearon con sus mentes y sus manos. Olvidados o tratados como algo molesto, mientras sus creaciones producían millones y millones de dólares.
Y, a pesar de todo eso, la industria se mantuvo viva por amor. El amor que pusieron en cada página. Algo muy poderoso.
Debemos honrar a nuestros muertos y comprender nuestra historia. No podemos avanzar sin ver claramente de dónde venimos.
Malas interpretaciones. Francas mentiras.
Malas interpretaciones. Esto es así. Y nos ha costado caro. Los temibles años 50. Fredric Wertham. El mundo exterior.
Parece que no hay semana en la no me siente con mi Comic Buyer´s Guide y lea que alguien, en algún lugar, se queja amargamente del todopoderoso mundo exterior y advierta que nuestras aventuras se vuelven más peligrosas. Nadie nos persigue expresamente, pero hay un cierto olor a censura en el aire ¿verdad? Se ha armado mucho jaleo sobre Janet Reno, y Paul Simon, y Beavis & Butt-Head, ¿verdad? Y sabemos lo que pasó la última vez, ¿verdad? En los años 50, con Fredric Wertham y las audiencias del senado. Nos pararon los pies, ¿verdad?
El mundo exterior llegó y se fijó en nosotros. El senado de los EE.UU. se reunió en sesión y decidió que los cómics causaban la delincuencia juvenil, ¿no? Así que intuimos el Comics Code, ¿no? Nos pusieron contra la pared ¿no?
Pues no. Mentira. No lo hicieron. El senado nos adsolvió. Frederic Wertham fracasó.
Nuestro sentido de la historia es así de absurdo. La mayoría de la gente que trabaja en esto no se da cuenta de que el senado nos absolvió. Tras sus deliberaciones, elSenado de los EE.UU. decidió que los comics no eran la causa de la delincuencia juvenil. Fuimos absueltos.
¿Por qué entonces el Comics Code? ¿Abyecta cobardía, quizás? Puede que en parte, pero no totalmente.
Fuimos absueltos. ¿Por qué la industria adoptó un código de autocensura más estricto que cualquier industria del ocio? ¿Por qué un industria vital, saludable, que vendía comics a carreteadas -¡diablos, a camionadas!- se castró a sí misma?
La respuesta puede ser un poco demasiado fuerte para algunos estómagos. Las editoriales de los años 50 tenían un problema. Y este problema tenía nombre William Gaines.
William M. Gaines era la más infrecuente de las criaturas, un editor genial. Sus EC Comics vendían muchísimo más que los demás porque eran mucho mejores que los de los demás. Muchísimo. Las demás editoriales no podían competir con él. Bueno, no lealmente. Utilizaron el miedo que flotaba en el ambiente para hundirlo.
Si leen el Comics Code –y yo lo he hecho- verán que sólo fue escrito para echar del negocio a EC Comics. Se creó para eso y lo consiguió (agitando un ejemplar de Americana in Four color, un folleto publicado por el Comics Code)
Puedo demostrarlo. Aquí tengo una copia del Comics Code. (Arrancando la cubierta del folleto).
Perdónenme, pero tengo problemas para abrirlo.
Aquí hay un par de ejemplos del Comics code. Directrices Generales, Parte A, párrafo 11 “Las letras de la palabra “crimen” nunca podrán ser más grandes en dimensión que otras palabras que aparezcan en la misma cubierta. La palabra “crimen” nunca deberá aparecer en una cubierta” Adiós, Johnny Craig. (Arrancando páginas del folleto y tirándolas)
Y en Directrices Generales, Parte B, párrafo A: “Ninguna revista de comics usará las palabras “horror” o “terror” en su titulo”.
Un noble esfuerzo, amigos.
Por eso hemos tenido ese estúpido Comics Code todos estos años. No para proteger a los niños. No para satisfacer al Senado de los EE.UU. No para aplacar a Frederic Wertham. Hemos padecido del Comics Code todas estas décadas porque un montón de piojosos editores de los años 50 quisieron hundir a Bill Gaines.
Malas interpretaciones. La expuesta anteriormente continúa persiguiéndonos. Por culpa de algo que nunca pasó, nuestra industria chilla como un niño apaleado, cada vez que se cierne la sombra de una amenaza proveniente del mundo exterior. Cada pocos años, el medio se reproduce. Cada pocos años, los productores de historias sobre héroes que nunca se rinden, empiezan a lloriquear y a decir que deberíamos rendirnos ante un enemigo que ni siquiera nos ataca.
Hoy día, la forma moderna de autocensura es el sistema de calificación. Las advertencias en la cubierta son enarboladas como varita mágica que mantendrá a los censores a raya. Advertencias en la cubierta. Disculpas impresas en los rincones de las cubiertas. A nadie le importará que nos hayamos disculpado… si lanzan las tropas contra nosotros, diremos que lo sentimos mucho y todo solucionado.
¡Oh, vamos! ¿Qué clases de autoengaño es ése? ¿Las advertencias en la cubierta ayudaron a Omaha the Cat Dancer, o a Yummy Fur o a cualquier otro? ¡No! Si en algo contribuyeron, fue a llamar la atención sobre ellos. Esa es la principal razón de que las advertencias en la cubierta sean una mala idea: simplemente, no funcionan. Lo único que hacen es ahorrar tiempo a los censores.
Compréndanme, por favor: creo que tienen derecho a saber lo que están comprando. Las órdenes de pedido deberían advertirnos que un cómic puede ser problemático, para que ustedes puedan tomar la elección para su tienda, en su comunidad, sobre cómo exponer el cómic al público… si es que quieren exponerlo. Esa decisión es de ustedes. Y mi deber es diseñar mi cómic para que el formato, el precio y la cubierta representen su contendió con honestidad.
Es una cuestión de elección. La de ustedes y la mía. Y de si vamos a poder tomar esa elección libremente.
Sé que no estoy en primera línea de frente como ustedes. Nadie va a ir a mi estudio y quitarme mis lápices, mis pinceles y mi papel de dibujo. Pero estamos juntos en esto. Y cuando ustedes pierden, yo pierdo.
Por eso, me siento feliz de que se me haya dado al menos una oportunidad de ayudar. Denis Kitchen rompió la tradición de cobardía en la historia de los cómic, creando el Fondo para la Defensa Legal de los Comic-Books, la primera organización destinada a luchar contra la censura en vez de rendirse ante ella. Denis me invitó a unirme a su junta directiva y, antes de darles la oportunidad de que se arrepintieran, acepté.
Tenemos que ser valientes cuando los censores ataquen, si es que atacan. Tenemos que resistir, y resistir juntos, y darle un puñetazo en la nariz al matón. Las disculpas solo envalentonarán a los Frankie Marlkhams, y volverán una y otra vez.
Hay otra razón más seria y más sutil. De por qué las advertencias den la cubierta son un paso al desastre en nuestro futuro. No somos parte del mundo electrónico. No jugamos a lo mismo que juega Hollywood con los censores. Somos parte de una industria más pequeña y mejor: la edición.
Las librerías no se disculpan por vender libros para adultos. Los escritores de libros no tienen que someter su trabajo a puñado de sistemas de clasificación burocráticos o sentarse frente a su ordenador cuando tienen una buena idea y pensar: ¿Clasificaran “R” mi trabajo? Los editores de libros utilizan la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos como escudo contra la censura.
Las advertencias en la cubierta tienen un efecto corrosivo. Me atrevería decir que, cuando un editor los utiliza, cada vez que un autor permite que las pongan en su trabajo, está en cierta medida, cortando el nexo que une con las editoriales de libros y con la protección de la Primera Enmienda. Cada advertencia en cubierta es una señal para que los padres perezosos y los políticos oportunistas sepan que somos presa fácil.
Somos mejores que eso. Tenemos demasiado amor para eso. No dejemos que las malas interpretaciones sobre nuestra historia arruinen nuestro futuro. Somos mejores que eso.
Falsas interpretaciones. Francas mentiras. Nuestra historia ha sido escrita por los villanos demasiadas veces.
Mentiras. Se han dicho un montón de mentiras sobre una misma persona: Neal Adams está loco. A Neal Adams no le gusta trabajar. Neal Adams sólo es un buscapleitos.
Puedo asegurar, como testigo de primera mano: si se escribiera una historia de los cómics veraz, Neal Adams no sólo sería reconocido como un dibujante increíble y que ha creado escuela, sino como un visionario. Un pionero. Como un de los héroes de la historieta. Y si nuestro futuro es tan brillante como creo, Neal Adams será visto como el hombre que nos ayudó a dar un decidido paso hacia el futuro.
Yo estaba allí. Puedo testificarlo. Neal Adams es la prueba de cómic maltratan el talento. Por mucho que ame hacer comics… ¡nunca he visto a nadie trabajar tan duramente! Cualquiera que lo haya visto puede decirlo. Ni siquiera la gripe lo detenía… Por mucho que amase lo que hacía. Neal estaba dispuesto a sacrificar horas, días, por lograr alguna justicia para Siegel, Schuter y los demás.
Hoy día, los dibujantes negocian los derechos de autor que recibirán, no si les pagarán esos derechos. Neal llegó a esta profesión cuando nadie hablaba de derechos. Una profesión en la que los editores permitían habitualmente que los originales fueran robados o destrozados… ¿saben que un gran editor, por lo menos solía romper los originales por norma?
Imagínate algo de la Edad Dorada. Algo de tu dibujante favorito. Joe Kubert, quién sea, Carmine Infantino. Cuando los originales eran enormes (gesticulando para indicar el tamaño de la página). Ahora, imaginen esa página de Joe Kubert siendo metida en la máquina destructora de documentos y viendo como por el otro lado sólo salen tiritas de papel (descripción mímica de la acción). Sólo les describo el primer trabajo que hicieron para un editor varios guionistas que conozco.
Neal fue uno de los pocos que contribuyeron a que eso cambiase. Y, además, enseño a una generación más joven, mi generación, que nuestro trabajo era digno de respeto. Que nuestros esfuerzos merecían ser recompensado. Que nuestras familias no tenían por qué pasar hambre, mientras nuestras creaciones generaban millones.
El me enseñó, me mostró que ser leal a una compañía en aquellos tiempos, era una contradicción intrínseca en la que sólo un tonto podía creer. Tuvo que tener mucha paciencia. Pero nunca aprendemos hasta que nos toca a nosotros, ¿verdad? Y siempre está esa vocecita que nos dice “Son cosas de hace mucho, mucho tiempo, de los tiempo de Siegel y Schuter, y Kirby, y Ditko…”
No me extraña que, muchos de nosotros, nos sorprendiéramos al descubrir que 17 años de leal servicio y ventas espectaculares no sirvieron para que Marvel Comics sintiera un ápice de lealtad hacia Chris Claremont.
Sólo fue una de las muchas lecciones aprendidas por mi generación.Y, ahora que la hemos aprendido, es sorprendente descubrir cuántos aliados tuvo Neal Adams,,,y lo bien disfrazados que estaban. Hace unos meses, leí una nota de presan de Defiant Cómics y descrubrí que Jim Shoter había pasado toda su vida luchando por los derechos de los autores. Si me oinchan, no sangro. Sabía que Shoter tenía talento y era competente. Sabía que había tenido algo que ver con la Legion de Superhéroes. Pero no tenía ni idea de que fuera Robin Hood.
Malas interpretaciones. Mentiras. Hay una mentira que casi podríamos perdonar, dada la actual situación de su fuente. Marvel Comics intenta vendernos la idea de que el único componente importante en los cómics son los personajes. Como si nadie hubiera creado esos personajes. Como si el público fuera tan estúpido que no supiera distinguir un trabajo bueno de uno malo. Casi puedes perdonárselo, dado que sus personajes no les están dejando abandonados como lo están haciendo los autores con talento.
Para mi es un alivio ver como se pone en entredicho la vieja mentalidad de Marvel, la del "trabajo-de-encargo, el talento-no-importa". Todos estamos viendo los resultados. Ni siquiera están redistribuyendo las sillas.
Y luego. tenemos la forma en que Marvel les está tatando. A todos. ¡Las cosas que me han contado...! Tengo la sensación de que si consiguiera esquivar ala secretaria de Terry Steward y pasar a través de su despacho hasta la sala de juntas y viera quién es el verdadero dueño de Marvel, quizá acabse descubriendo dónde ha terminado Frankie Markham.
El cambio de rumbo de nuestra industria ha pillado por sorpresa a Marvel Comics. Están pagando el precio de separar el talento de los personajes. Como si unos funcionasesn sin el otro. Están demostrando por qué es tan importante que yo sea el porpietgario de mi trabajo. No sólo a mí, es obvio, sino también a ustedes.
El "trabajo-de-encargo" no solo es malo para los autores. Es malo para el negocio. Sus negocios.
Cuando visito alguna convención o libreía especializada para firmar ejemplares, siempre me suelen hacer la misma pregunta. Los fans son generalmente muy educados, pero demuestran cierta irritación al hacer esta pregunta:
"¿Por qué ciertos autores no se quedan nunca en una misma colección?"
"Nos encantaba tu Batman, ¿Por qué no te quedaste? Nos encantaba tu Daredevil ¿Por qué no seguiste en la colección?"
Hay un montón de respuestas a esa pregunta. Te hartas del personaje. Te peleas con tu colaborador. Bla-bla-bla. Siempre pasan cosas. Pero la principal razón de que dejemos colecciones que se venden muy bien, en editoriales que dan "trabajo-de-encargo" es sencilla: acabas harto de sentirte como un imbécil.
No me entiendan mal. Como todos los de mi generación, sabía dónde me metia. Sabía que estaba jugando con los juguetes de la editorial. Sabía ue todos los personajes que creara, se convertirían en carne de cañon para otros autores. Sabía que, cuando me prometieron que nadie más podría utilizar a elektra, solo mantendrían esa promesa hasta el momento en que les interesara romperla... que es exactamente lo que hicieron. Sabía que todosmis esfuerzos no servirían absolutamente de nada si algún director de colecciones quería usar mi trabajo o tenía un amiguete al que sí le apeteciera. No importa lo bien que se vendiera la colección.
No em crean si no quieren. Preguntenle a Chris Claremont. A Louise Simonson. A Mary Jo Duffy.
Si sabía todo eso. Y sabía que estaba explotando el pasado en vez de construir el futuro. El juego era ése y yo lo sabía, y jugué, y disfruté de la pelota. Pero, tras cierto tiempo, empecé a sentirme como un imbécil. Así que corrí el riesgo y me fuí, y firmé un contrato con otro editor más joven, Dark Horse, uno de los muchos nuevos editores que me ofrecían mejores condiciones. Editores que no siguen el viejo sistema "Todo-para-mi".
Y ahora soy más feliz que nunca. Los derechos de Sin City son míos. Nadie puede hacer nada con Sin City sin mi permiso. Y yo no puedo dejar Sin City ni por un instante. Amo sin City. El amor que ponemoms en cada página. Es algo poderoso.
Y ahora por fin, puedo darle al fan irritado la respuesta. Antes no se la podía dar.
Si es Sin City, el guión es mío. Si es sin City, el dibujo es mío. Es una promes. Sin excepciones. Sin episodios de relleno de otros autores. Es una promesa. Y una promesa que pujedo hacer porque tengo los derechos de Sin City.
El autor unido a su creación. El autor controlando su creación. Es mejor para mí y mejor para ustedes.
Así, las cosas serán mucho mejor para ambos. Pero el viejo y temible esquema mental persiste. La vieja falta de autoestima. Y nunca ha sido más desvergonzadamente mostrado que en el resentimiento y el odio con que se ha tratado a Image Comics.
Durante decadas, las podridas prácticas de negocios han provocado una lenta fuga de talentos. Se han ido marchando uno a uno. Uno a uno. Cualquier guionista o dibujante es más o menos reemplazable. Siempre salen chicos nuevos con los que alimentar la máquina.
Entonces, llegaron al maestro de pista Todd MacFarlane y sus sorprendentes amigos. Millonarios al instante, según tengo entendido. su popularidad está en la cima. Tuvieron éxito. Consiguieron fama. No tenian motivos para marcharse. excepto que eran los suficientemente listos como para comprender que lo mejor que puedes conseguir con un "trabajo-por-encargo" es ser un esclavo-bien-pagado.
Así que se marcharon. Y, muy inteligentemente se marcharon todos a la vez.
Piensen esto: Todd McFarlane y sus amigos le dieron la espalda al dinero seguro. Ala fama segura. Lo arriesgaron todo con algo que nunca se había intentado antes... un sello editorial que representase a un grupo de autores y no a una multinacional.
Fue una apuesta. Nunca lo parece cuando una apuesta sale bien. Pero estoy seguro que Todd, y Jim Lee, y Rob Liefeld, pasaron noches muy largas preguntandose si habían cometido el mayor error de sus vidas.
Apostaron y ganaron. Destrozaron la mentalidad del "trabajo-de-encargo", demostrando lo innecesario que es. Más sorprendente, rompieron la supremacia de Marvel en el mercado. Los lectores se fueron con ellos.
Y la gente les odia por eso.
Piensen esto: el cómic mejor vendido del país es propiedad de sua utor. Y los autores no están celebránsolo. Demasiados de nosotros actuamos como galeotes, que jándonos de que el barco tiene goteras.
Piensen esto: guiónice un número de Spawn y me llamaron traidor. Pero nadie me llamó traidor cuando hice Dark Knight y gané mas dinero que Bill Finger, Jerry Robinson y Dick Sprang juntos en toda sus vidas. Piensen esto: Gracias a Image Comics, los autores disfrutan de nuevas oportunidades y están mejor pagados, incluso en Marvel Comics.
Y nadie ha dicho: "Gracias".
Y, hablando como un precursor de esta lucha, también de nada.
Ahora Image ha inspirado Legend y Bravura, y, estoy seguro. habrá otras companias basadas en autores de talento. Llegarán mejores tiempos y mejores cómics.
Hay nuevos autpres que se autopublican y nuevos editores que ofrecen contratosmás justos y honrados. Nuevas editoriales paranuevas creaciones, en un campo que ansiaba algo nuevo y fresco. El futuro de los cómics.
Sé que para muchos de ustedes han sido tiempos difíciles, quizás para todos. La Era Marvel de los Universos de Superhéroes, la Era de los Cómic Jack Kirby está llegando a su fin. Se ha convertido en una supernova, se ha consumido a si misma y ha empezado a colapsarse lentamente hasta que forme un agujero negro.
No podemos vivir eternamente del genio de Jack Kirby. El Rey hamuerto y no tiene sucesor. Nunca veremos a nadie como él. Nadie lo sustituirá. Ninguna forma artistica puede aspirar a crear más de un talento tan genial como el suyo.
El resto de nosotros, nos apoyaremos en su legado. Pondremos todo nuestro empeño, nuestra ilusión y todo nuestro duro esfuerzo. Meteremos la pata, tendremos suerte,acertaremos, nos equivocaremos. Hacemos cómic diferentes y atrevidos. Correremos riesgos.
Y también necesitaremos que ustedes los corran. cuando oigan hablar del nuevo universo de superhéroes "de encargo", por favor, no repriman el bostezo. Arriesgense con los nuevos cómic. Busquen aquellos en los que sus autores tienen todos los omtivos para quedarse y no ser despedidos porque suyos y su trabajo son de ellos.
Es un momento que asusta, porque el cambio siempre asusta. Pero están puestas todas las bases para una nueva era de los cómics, nueva y orgullosa. Y nada se interpondrá en nuestro camino, nadaimportante. Nada escepto las viejas y nefastas costumbres y nuestros propios temores. No permitan que nos detengan. Dejenlos en una carretera secundaria como hice con Frankie Markham. No nos preguntaremos qué les ha pasado. Almenos, no muy a menudo.
No dejaremos que nos detengan.
Antes de terminar, enlace al texto completo del Comics Code [en inglés y con imágenes explicativas]: https://lambiek.net/comics/code.htm
Supongo que este será el post más largo que haga en este blog y, espero, que alguien haya llegado al final. Hasta la próxima!
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