Solo hay dos mundos -tu mundo, que es el mundo real, y otros mundos, la fantasía. Estos últimos son los mundos de la imaginación: su realidad, o falta de realidad, no es importante. Lo que es importante es que existen en algún lugar. Estos mundos nos proporcionan una alternativa. Proporcionan un escape. Proporcionan una amenaza. Proporcionan un sueño, y poder; proporcionan refugio, y dolor. Le dan sentido a tu mundo. No existen; y por eso son todo lo que importa.
Todas las novelas -todas- incluso las basadas en hecho reales sin ficticias porque pasan por el filtro del escritor. Sin embargo, todas estas historias importan porque son de verdad.
¿Significa eso que son reales? No. Significa que contienen la verdad. Una verdad, alguna verdad.
Y ese es el auténtico objetivo de contar historias: llegar tan cerca de la verdad como se pueda. No importa cuan fantástica sea una trama -aún así tiene que ser emocionalmente veraz. De hecho, cuando más fantástica sea una historia, más necesita de esas emociones y momentos veraces.
Pero... cada uno tiene su propia verdad, o sea que cómo sabes -como escritor- si lo estás haciendo bien?
Bueno, es como en la vida real. Hay gente con un instinto excelente y pueden detectar una mentira en un instante; otros no pueden. Los escritores eficaces deben tener un agudo sentido de cuando lo que están creando tiene una resonancia real y cuando no. A menudo, cuando estoy escribiendo algo veraz, sin saber muy bien por qué, es casi vergonzoso... Incluso si es una anécdota que nadie va a relacionar con tus fuentes, incluso si nadie va a saber si es real o no...
¿La razón por la que se buscan estos momentos 'reales'? Porque son los momentos con los que tus lectores se van a identificar, el adhesivo que conecta a la gente con tu trabajo. Y, realmente, esa es la razón por la que escribimos, ¿no?
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