Recientemente he hecho una relectura del tríptico de “La crucifixión rosa” de Henry Miller que aún resulta rompedora hoy en día, y hoy recupero la historia del escritor con Anaïs Nin, que fue su amante y con quién escribió relatos eróticos para ganar algo de dinero.
Sus diarios son hoy obras famosas. Empieza a imaginarlos a los diez años, cuando su padre abandona la familia atraído por el amor de Maruca, una joven alumna. Ese mismo año, en 1913, la niña francesa y su madre se instalan en Barcelona, en casa de los abuelos paternos. Viven un tiempo en el Eixample. Con el paso de los años esos diarios albergarán toda su vida sentimental y sexual y la convertirán un una de las primeras escritoras de literatura erótica.
A bordo del barco que las lleva a ella y a su madre a EE.UU, esta adolescente empieza a escribir oficialmente su famoso diario. Unas epístolas pensando en su padre, con el que no volvería a reencontrarse hasta veinte años después, cuando reanudan una relación envuelta en la leyenda del incesto.
La carga sexual de los diarios de Ángela Anaïs Juana Antolina Rosa Edelmira Nin Culmell( París, 1903/Los Ángeles, 1977), hija del pianista cubano-español Joaquín Nin (de ascendencia catalana) y de una cantante de ópera cubano-danesa, era de alto voltaje. Tan fuerte que algunos se publicaron censurados. No pudieron leerse al completo, en su versión original, hasta la muerte de aquellos a quienes citaba, comprometidos en sus páginas.
En "Diarios amorosos” (Siruela) aparecieron por primera vez en castellano todos los fragmentos de “Incesto” (1932-1934) omitidos en publicaciones anteriores donde describía la transgresión que supuso la relación de Anaïs con su padre. Resumir la azarosa vida sentimental de Nin es imposible: la escritora tuvo maridos como Rupert Poler o el gran banquero Hugh Guiler y amantes como su propio psicoanalista.
No queda claro si llegó a confesarle a Guiler su relación con Poler aunque según Tristine Rainer, una de sus biógrafas, en su lecho de muerte Nin le pidió perdón a ambos hombres.
Uno de los amantes más carismáticos de Anaïs fue el escritor estadounidense Henry Miller, pero también la mujer de éste, la bailarina June Mansfield, mientras vivían en París. El triángulo amoroso resultaba desbordante. Una historia plagada de celos que se reproduciría años más tarde en el filme “Henry y June”, con Uma Thurman encarnando a June y Maria de Medeiros como Anaïs.
En los años cuarenta, sumidos en una precaria situación económica, Anaïs Nin y Henry Miller buscan una solución a sus problemas de dinero. Un editor, Milton Luboviski, les sugiere que escriban para él relatos pornográficos. Miller lo habla con algunos de sus amigos, que pronto se ofrecen a cederle material de sus propias experiencias. Anaïs y Henry empiezan a trabajar en el encargo conjuntamente y acaban vendiendo sus relatos por un dólar la página.
Consciente de que aquello minaba su esencia creativa, Anaïs Nin intentó hacer gala de su ironía aduciendo que, junto a Miller ,estaban practicando la “prostitución literaria”. Finalmente, dirigieron una fulminante carta al editor anunciándole que abandonaban el experimento.
Prostitución literaria
Anaïs Nin le dijo a Miller que ambos estaban practicando prostitución literaria; enviaron una carta fulminante al editor y lo dejaron
También acabó la relación a tres bandas aunque ella siguió manteniendo una estrecha amistad con Miller toda su vida. “Les pido que no me traten como a una mujer corriente, que continúen su vida como antes, gozando de otras mujeres, que el amor debe ser grande y ensanchar su vida, no estrecharla”, les escribe a él y a June.
No fue hasta 1966, con la publicación de sus diarios (en total cerca de 35.000 páginas) cuando Nin se sintió realmente libre. Los mismos que decenas de editoriales habían rechazado por su alto contenido erótico.
Por su parte, Henry Miller declaró que sin Anaïs Nin, “Trópico de Cáncer” jamás hubiera existido.
Publicado originalmente en La Vanguardia. Por Núria Escur.
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