Ayer di por cerrada la revisión final de Matadero, mi próxima novela, en la que llevo trabajando desde 2011 y, aunque no es la primera vez que llego al final -antes de empezar de nuevo-, un sentimiento agridulce me llena porque, esta vez, es la definitiva.
La alegría que siento por el trabajo terminado, por no tener nada pendiente del texto -después de convertir más de 700 páginas en 400 una simple relectura no se considera trabajo pendiente- se entremezcla con el mal sabor de boca de tener que abandonar a unos personajes que vivían en tu interior, que has querido y odiado; a los que has puesto en situaciones duras, extrañas, y que ya formaban parte de ti.
Me despido de James, Monet, Eva, el señor Slater, el padre Rhys con la esperanza que cuando leáis su historia os conmueva, os guste, la odiéis, que os haga sentir algo, lo que sea. O que, como mínimo, os hagan entreteneros.
Aún queda trabajo por hacer -maquetación, diseño, tipografías, portadillas...- pero todo es distinto...
Simplemente quería compartir mi alegría/tristeza con vosotros...
Para terminar, recupero la frase de Paul Auster, más que apropiada para la situación:
Los libros solo viven en ti mientras los escribes, una vez salen están usados y muertos.
El siguiente paso será que lo reviváis vosotros... Más adelante más información...
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