Dado que la exposición que la Fundación MAPFRE dedica a su obra está a punto de terminar, creo que ya es hora de rescatar a una de las mejores -para mí- fotógrafas de los inicios del siglo XX, de esos momentos con tanto magnetismo como son, por ejemplo, el París de los años 20 y el Nueva York de los 30. Para empezar, os pongo el link de su Wikipedia: Berenice Abbot.
A continuación, recupero un reportaje que le hicieron en el año 2012 en relación a otra exposición de su obra:
Ayudante de Man Ray, promotora del legado de Eugène Atget —que murió poco después de que ella le hiciese un conmovedor retrato—, amiga de todos los integrantes del avant-garde parisino de finales de los años veinte, admirada por Jean Cocteau y James Joyce, polifacética e incansable fotógrafa de los rincones de los EE UU en los años cincuenta, quizá Berenice Abbott (1898-1991) sea recordada sobre todo por la serie documental Changing New York, un trabajo con el que logró, entre 1935 y 1939, presentar con una mirada realmente moderna a la gran megalópolis que estaba cambiando para convertirse en centro pivotal de la economía y la cultura mundiales.
La extensa obra de esta una mujer que no podía estarse quieta, es recorrida en la exposición Berenice Abbott (1898-1991), photographies, una amplísima antología de más de 300 piezas organizada por el museo fotográfico Jeu de Paume de París. La muestra es la más completa organizada nunca en Europa sobre una figura fundamental de la straight photography (fotografía directa), el movimiento que reivindicó un acercamiento puro a las imágenes, sin los artificios de los primeros maestros que entendían las fotos como una extensión de la pintura.
A punto de abandonar
En la exposición tiene una importante presencia Changing New York, el trabajo que Abbott abordó gracias a una subvención de la Administración federal estadounidense, como parte de la respuesta gubernativa a la crisis económica. La ayuda llegó en el último momento, cuando la fotógrafa estaba a punto de abandonar la idea —documentar el drástico cambio que se estaba produciendo en la fisonomía y la vida de la ciudad— por la negativa de todas las instituciones culturales a las que acudió a aportar fondos.
Durante seis años, planeando cada foto de una manera cuidadosa, pero sin tratar de esquivar la realidad del momento, Abbott y sus ayudantes hicieron 305 fotos en gran formato de la ciudad. Aunque algunas se han convertido en emblemáticas e inolvidables, tuvo problemas también para encontrar editor para el libro que reunía las imágenes, hasta que logró publicarlo en 1939, pero convertido en una especie de guía turística que desvirtuaba la idea original: una exploración de la naturaleza de la modernidad, la fusión del pasado con el futuro y el desarrollo de los espacios urbanos.
La "desaparición del momento"
En lo formal fue una de las primeras fotógrafas en trabajar el género documental. Buscaba la "desaparición del momento" mediante la yuxtaposición de motivos, la búsqueda del "instante de fuga" y el rechazo al enfoque nostólgico y el tipismo que hasta entonces dominaban la fotografía urbana.
Abbott, que había empezado a hacer fotos en París, ciudad en la que vivió entre 1921 y 1929, siguió afrontando grandes proyectos. En un periódo de descanso de las fotos de Nueva York había viajado al sur de los EE UU para retratar las condiciones de vida en las granjas agrícolas afectadas por la depresión. Fascinada por lo que encontró se dedicó a recorrer la costa este del país más tarde, en 1954, haciendo 6.500 kilómetros. El resultado fue una colección de 2.400 fotos sobre lo que ella llamaba "la escena americana": tiendas, salones de baile, celebraciones...
A continuación, el texto que ha dedicado la Vanguardia a la expo que sí puede verse en BCN:
Mucho antes que se inventaran conceptos ahora tan manidos como “salir de la zona de confort” o “Think Outside the Box’, hubo quienes impregnaron con ellos su trayectoria vital y su obra. Entre los ejemplos más emblemáticos está Berenice Abbott, una de las grandes de la historia de la fotografía, de quien todavía podemos ver la amplia retrospectiva que Fundación MAPFRE le dedica en la Casa Garriga Nogués, su sala de exposiciones en Barcelona, hasta el 19 de mayo.
Incluso los invencibles guerreros Astérix y Obélix y su irreductible aldea gala temían a algo –que el cielo cayera sobre sus cabezas-, pero si alguna vez Abbott temió a algo, es difícil dilucidarlo. Desde luego no al cambio, porque nunca tuvo problemas en arriesgar para empezar nuevas aventuras, como descubrirá el público a través de cerca de 200 fotografías que documentan las variadas etapas artísticas por las que pasó: retrato, arquitectura y fotografía científica.
Tampoco temió enfrentarse a las convenciones sociales, a las que ignoró viviendo en plenitud su homosexualidad en una época en que no debió ser fácil –una de sus parejas fue la crítica de arte Elizabeth McCausland- ; ni a las alturas, de ello dejan constancia sus célebres fotografías de la arquitectura de Nueva York, realizadas desde ángulos sorprendentemente temerarios. Si Abbott no fue acróbata, poco le faltó; desde luego hizo de su vida un salto mortal constante.
Una personalidad única, más allá de la fotografía
La fortísima personalidad de Berenice hace de la muestra que todavía podemos ver, bautizada como Berenice Abbott. Retratos de la modernidad, una oportunidad única no solo para los amantes de la fotografía, sino para quienes quieran descubrir a través de sus imágenes a esta artista innovadora que, en sus propias palabras, nunca quiso ser una chica decente, y que ofrece a través de su obra una mirada única a todas las transformaciones del siglo XX.
De París, donde llegó dejando atrás su Ohio natal y el Greenwich neoyorquino, y donde aprendió el oficio como asistente de laboratorio fotográfico del mítico Man Ray, son sus retratos de los artistas que hicieron de la capital francesa su hogar en el período de entreguerras. Ya en esa época Abbott se hizo un nombre como retratista con sello propio en el que no dudaba en mostrar la parte más seductora de cada uno de los intelectuales que posaron frente a su cámara.
El reconocimiento que había alcanzado, doblemente meritorio en la época al ser una mujer en una profesión entonces básicamente masculina, no le hizo dudar en cambiar completamente de temática y de paso, de continente. Y es que el Nueva York en auténtica ebullición de los años 30 inflamó la curiosidad de Abbott, que volvió a su país para documentar los cambios de la ciudad de los rascacielos en una serie de instantáneas imprescindibles que pueden verse en la exposición.
No dudó en encaramarse a los más altos rascacielos en construcción ni en idear particulares artilugios para su equipo fotográfico. Tampoco en adentrarse en los barrios más marginales de la urbe para retratar su lado más oscuro, obviando como siempre a quienes la criticaban por ser mujer y moverse por calles poco recomendables. Las imágenes de esa época, publicadas bajo el título de Changing New York en 1939, son un documento único de la transformación de la ciudad.
Pionera de la fotografía científica
Años más tarde, Berenice volvió a lanzarse al vacío y arriesgarse en un terreno tan desconocido –y, de nuevo, con tan escasa presencia femenina- como la fotografía científica. Para ello, documentó experimentos trabajando para el Instituto de Tecnología de Massachusetts y demostró de paso que algo tan árido como la investigación podía convertirse también en una auténtica obra de arte. Solo hacía falta una mirada única, algo que desde luego Abbott tuvo.
Otro de sus proyectos, la documentación fotográfica de la construcción de una carretera de Florida a Maine, la llevó a descubrir este último territorio, que le supuso un auténtico flechazo. La enamoró hasta el punto de trasladar allí su residencia, donde cerró por última vez sus ojos la que fue una de las miradas más modernas al siglo XX.
Organizada por Fundación MAPFRE y comisariada por Estrella de Diego, catedrática de Arte Contemporáneo de la Universidad Complutense, la muestra ha contado con fondos procedentes de algunas de las más importantes colecciones institucionales estadounidenses como, entre otras, The New York Public Library e International Center of Photography. Tras su paso por Barcelona, recalará en la sede madrileña de la Fundación y, más tarde, en el Museo Huis Marseille de Ámsterdam y en el Die Photographische Sammlung/SK Stiftung Kultur de Colonia.
Antes de terminar, algunas de sus fotos y el enlace a la web de la Fundación MAPFRE, desde donde se puede realizar un tour virtual de la exposición: https://www.fundacionmapfre.org/fundacion/es_es/exposiciones/sala-casa-garriga-nogues/berenice-abbott.jsp
Hasta la próxima!
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