Hoy por fin he acabado la última novela de Kazuo Ishiguro, uno de mis imprescindibles desde que lo descubrí con “Pálida luz en las colinas”, la primera desde la obtención del Nobel de Literatura, y debo decir que me ha dejado con sentimientos encontrados.
Por un lado, ofrece lo que promete, es decir la búsqueda de la comprensión de la naturaleza humana a partir de una AA, un ser artificial que intenta entender a los humanos que la rodean (como si fuera tarea fácil). La AA es como una niña, aprendiendo lentamente y, en ocasiones se me ha antojado demasiado naïf, demasiado inocente para lo que la trama le pedía.
Obviedades, reflexiones más propias de un libro barato de autoayuda, demasiado de cara para que penetren en el lector entrenado (Kazuo Ishiguro, aunque siempre suele escribir novelas con mensaje, como mínimo no ponía tales reflexiones tan al alcance). Un error grave que el autor subsana con su prosa frágil pero arraigada y con una trama que se desenvuelve con precisión a pesar de algunos momentos donde me ha perdido, donde la reflexión me resultaba tan repetitiva y, por tanto, sobraba, que me ha costado continuar.
Sin duda, no es la mejor novela de Ishiguro, pero tampoco su punto más bajo. En mi modesta opinión, quizás porque sabía que el Nobel le iba a dar un público más amplio, ha masticado demasiado sus ideas y eso hace que pierda su mayor fuerza: sugerir sin necesidad de detallar.
Sin embargo, una muy buena novela. Le pongo cuatro estrella simplemente en comparación con otras de sus novelas.
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