Mataba a palos y a latigazos a los presos de Majdanek, Auschwitz y Malchow
“Yo también recibí sus golpes. Desde entonces tengo trastornos de equilibrio y miedo cuando intento moverme hacia abajo”, explicó un preso del campo de concentración de Malchow sobre Luise Danz. Esta criminal convirtió su experiencia como guardiana nazi en los distintos centros de exterminio del Tercer Reich en una “diversión”. Y es que a la hora de catalogar a estas trabajadoras, nos encontramos con diversas escalas.
Por un lado, aquellas donde se encuentran las criminales más perversas y bestiales -con miles de muertos a sus espaldas-, pasando por vigilantes causantes de cientos de maltratos físicos y psicológicos, hasta las que, sin haber formado parte de la selección de prisioneros a las cámaras de gas, destacaron por su especial crueldad hacia los prisioneros. Con respecto a Danz, los crímenes cometidos no le valieron la muerte, pero si una cadena perpetua.
De panadera a guardiana
Luise Helene Elisabeth Danz nació el 11 de diciembre de 1917, en Turingia, en el seno de una familia protestante. Sus padres se llamaban Heinrich y Anna y tuvo varios hermanos, ahora bien, no se conoce el número exacto. Se graduó en la escuela primaria y con veinte años, la joven Luise decidió abandonar el hogar familiar para mudarse hasta Branderburgo. Allí trabajaría como dependienta en una panadería de la ciudad.
En 1940 tuvo que regresar a la casa de los padres para su cuidado; se estaban haciendo mayores. Entonces inició un curso para entrar en la oficina de correos, y durante unas vacaciones en Ulm conoció al Dr. Freiherr Franz von Bodman. Este hombre resultó ser médico en el campo de concentración de Majdanek.
Danz intentó mantener un romance con él, pero Bodman ya estaba casado y tenía tres hijos. Aun así, la convenció para que se alistase en las Schutzstaffel. La labor de las mujeres solteras durante la guerra lo hacía indispensable. Para ello solo tenía que cumplir dos condiciones: gozar de buena salud y no tener antecedentes penales o haber estado condenada nunca.
Según parece, Luise Danz explicó ante el tribunal, una vez detenida, que fue reclutada por la fuerza para ser guardiana de un campo y que intentó rechazar el servicio. Sin embargo, todos y cada uno de los empleados tenían que firmar un contrato, y su rúbrica estaba en él junto con la de Bodman, a modo de beneplácito. Por lo que aquella excusa no le servía de nada.
Asimismo, habría que aclarar que Danz no fue miembro en ningún momento del partido nazi, sino que fue el 24 de enero de 1943 cuando se incorpora directamente como Aufseherin dentro del sistema de los campos de concentración nazis. Su primer destino, como el de la mayoría de aquellas mujeres, fue Ravensbrück. Aquel centro de entrenamiento habitual para las guardias de sexo femeninose hacía indispensable para aprender las reglas y preceptos en cuanto a la supervisión de prisioneros de cualquier campo.
Una vez concluida su instrucción, el 22 de marzo de 1943 la trasladan al campo de mujeres de Majdanek, donde pese a su supuesto recelo,acabó comportándose de la forma más bárbara posible.
Una de las testigos que informó en Lublin, durante el juicio de Majdanek, acerca de dicha conducta, fue Danuta Medryk. “Al principio a Luisa Danz le dio la impresión de que solo entraba por casualidad en la banda de los alemanes comunes”, relató “Pero después de un mes ella también cambió. [...] Más tarde detuvo a prisioneros, a los que pateaba. Todo esto lo veía como una diversión”, aseguró.
Presuntamente la tarea principal de la guardiana nazi estribaba en llevar a grupos de prisioneras de la puerta del campo a sus puestos de trabajo, vigilarlas durante su jornada laboral y traerlas de vuelta a las instalaciones. También supervisó los grupos de trabajo en el vivero, la sastrería o la cocina de las SS.
Medalla al mérito
El 10 de diciembre de 1943 fue trasladada a Auschwitz-Birkenau, donde tuvo mucho que ver en la ejecución de las penas a los reos. Danz era la responsable de informar sobre el número diario de confinados que entraban en Birkenau y de apuntar aquellos que fallecían. Su mano, digamos que participativa, le sirvió para ganarse la aprobación de sus jefes y ser condecorada por sus servicios. A lo largo de la Segunda Guerra Mundial muchas de estas guardianas tuvieron la suerte de ganarse esta medalla al mérito.
Poco después, y gracias a ese pequeño impulso, la Aufseherin pasó a asumir las funciones de jefa del transporte de prisioneros de Auschwitz, y a principios de enero de 1945 se convirtió en Oberaufseherin del campo de concentración de Malchow (subcampo de Ravensbrück). Ya tenía un nuevo cargo en su currículum.
Podemos decir que este centro de internamiento fue el summum de su carrera profesional. Por el contrario, las condiciones sanitarias eran de lo más deplorable. Los reclusos, hacinados en el interior de los barracones, tenían una salud tan mala que muy pocos servían para trabajar en una fábrica de municiones de la zona.
Ante tal situación, Luise decidió deshacerse de los más débiles. Ahí comenzó a asesinar a un número ilimitado de mujeres judías, y durante tres meses, mantuvo la estrategia de matarlas de hambre.No contenta con esto les ordenaba salir desnudas en medio de la noche y permanecer de pie durante horas. A continuación se abalanzaba sobre algunas de ellas dándoles continuos puñetazos en la barbilla, golpes en todo el cuerpo o rodillazos en su estómago mientras profería innumerables insultos. Sus víctimas acababan inconscientes ipso facto.
Cientos de reas soportaban los latigazos diarios y los castigos sinsentido de la temida Danz. Algunos de estos ataques fueron recogidos por investigadores merced al testimonio de sus supervivientes.
“Yo también recibí sus golpes. Fue durante el recuento de presos. En primer lugar, me pegó con la mano en la cabeza, en la zona de la oreja izquierda. Cuando pregunté el por qué, ella dijo ‘por esto’ y me pegó en el otro lado de la cabeza. Desde entonces tengo trastornos de equilibrio y miedo cuando intento moverme hacia abajo”.
El juicio de Auschwitz
Poco antes de que las tropas soviéticas liberasen el campo de concentración de Malchow a principios de mayo de 1945, la superintendente trató de escapar en compañía de otras camaradas. Por suerte, fue pillada in fraganti en el momento de la huida.
Enviada a la cárcel de Cracovia (Polonia), un año después Luise fue acusada ante el tribunal de crímenes contra la humanidad cometidos durante la prestación de su servicio en los campos de internamiento. Durante el famoso Primer Juicio de Auschwitz, celebrado entre el 24 de noviembre y el 22 de diciembre de 1947, Danz y otros 39 antiguos miembros de las SS, comparecieron para dar explicaciones de sus actos. El Tribunal Supremo de Polonia condenó a la guardiana nazi a cadena perpetua. Entre los delitos que se le imputaban estaba el de haber abusado física y moralmente de los prisioneros, además de despreciarlos, golpearlos, patearlos y privarlos de ropa y alimentos.
Tras la sentencia fue llevada a prisión, donde estuvo hasta 1956, fecha en la que quedó en libertad por buena conducta. Nuevamente, una criminal nazi pisaba la calle sin haber cumplido la totalidad de su pena. Ni tan siquiera una parte.
Durante cuarenta años, Luise Danz cambió de vida, intentó que nadie rastreara sus movimientos y jamás volvió a hablar sobre su paso por los campos de concentración nazis. Sin embargo, en 1996, el fiscal de la ciudad alemana de Meiningen decidió reabrir un antiguo caso y buscar a la antigua vigilante alemana. Quería demandarla por el asesinato que supuestamente había perpetrado contra una niña cuando era Oberaufseherin en el campo de Malchow. Según los datos aportados por el letrado, esta había matado a golpes a la pequeña valiéndose de su poder y mando.
Tras un año de idas y venidas, los médicos germanos alegaron que la inculpada era demasiado anciana para soportar un nuevo procedimiento judicial y se retiraron todos los cargos. El tribunal archivó el asunto.
Desde entonces, hablamos del año 1997, no se tiene constancia alguna de cuál es su paradero, de si llegó a casarse -tampoco se supo antes- o de si alguien descubrió su verdadero pasado. Fuentes fiables aseguran que Luise Danz habría muerto en la ciudad de Walldorf (Alemania) en 2009.
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