Siguiendo con la serie Noir de artículos sobre el mundo de la novela negra, hoy recupero el artículo de Ryan Lindsay acerca del noir australiano.
La ilustración corre a cargo de Sean Philips.
En 1788, nació un país originado de once naves llevando caso ochocientos convictos a través del océano. Durante el viaje, cuarenta convictos murieron antes de llegar a las costas del este de lo que se convertiría en su nuevo hogar –Terra Australis. Un origen oscuro, pero nunca satisfactorio. Mientras muchos países tenían un nacimiento en sangre, Australia nunca tuvo una guerra sobre la que unirse. Las disputas civiles y las ayudas en tiempos de guerra eran lo más cercano a lo que el país jamás estaría de la guerra. Aquello era Australia, el crimen constante, pero esforzándose por mantenerlo al mínimo. Criminales perfectos; nunca demasiado codiciosos, raramente atrapados. Su sórdida historia suele ser más celebrada que negada – Una amplia sonrisa, sí, hicimos eso. Australia ama a sus pequeños criminales y la violencia que yace bajo la sonrisa del criminal también llama la atención. El crimen, la violencia y el asesinato llegaron a las costas de nuestro país en modo fetal y sin duda será siempre una tendencia subyacente en nuestras vidas.
La primera película australiana fue The Story of the Kelly Gang (1906), una exploración de sesenta minutos del mayor icono que había tenido el país hasta el momento; un hombre que robaba y mataba por dinero y fue eventualmente atrapado y colgado. Durante el siglo siguiente, Ned Kelly sería el tributo desafiante al anti-autoritarismo australiano (su historia sería contada de nuevo por Heath Ledger y Orlando Bloom) y el crimen continuaría siendo la estrella absoluta en los films australianios. For the term of his natural life (1927), tanto la novela como el film posterior, se centraron en las duras vidas de los convictos en su camino hacia el sur. Su final brutal y canibalístico fue dirimido no adecuado para la audiencia americana y se rodó un nuevo final para Estados Unidos.
A medida que la industria evolucionó, las películas australianas pondrían el foco en chicas jóvenes que desaparecían alrededor de acantilados, dingos comiendo bebés, cavadores australianos luchando en guerras globales, neo-nazis violentos adolescentes y otros individuos australianos únicos. En los ochenta y noventa, la industria pareció inundarse de comedias, pero un resurgimiento de películas de crímenes oscuros en la última década, incluyendo algunas obras maestras criminales, muestran que Australia aún tiene mucho que decir acerca de los noir.
Two hands (1999) fue un drama criminal de bajo presupuesto en el ombligo de Sydney. Mostraba la cara más oscura de Heath Ledger y tenía algunos momentos reales –la pistola de un idiota no disparaba porque había puesto las balas en la lavadora, un ladrón de bancos se noquea a sí mismo mientras intenta sin éxito saltar el contador durante el atraco. Lantana (2001) tejía una red de intriga entre parejas suburbanas que desemboca en sexo y mentiras y una incertidumbre constante. Dirty deeds (2002) mostraba la parte más brillante del crimen, con casinos y pistolas jugando en un bakcground de los sesenta. The hard word (2002) va acerca de un trio de hermanos que roban donero, pero nunca hacen daño a nadie. Todo se complica cuando el matrimonio, la infidelidad, más dinero y su mafioso abogado hacen que un último golpe sea demasiado bueno para ser verdad.
Mark Brandon “Chopper” Read fue un notorio asesino que confesó estar involucrado en hasta cuarenta asesinatos. Un hombre abusivo y violento que cometió crímenes por dinero, placer o solo para hacerse un nombre. Después de que su amigo Jimmy Loughlan fuera encarcelado, Chopper atacó al juez con una escopeta. Esto puso a Chopper en prisión con Jimmy, lo que pronto llevó a Jimmy a apuñalar a Chopper repetidament. Chopper se convirtió en un riesgo cuando él mismo apuñaló a otro prisionero en la cara con una navaja para probar su dominio sobre el patio de la prisión. Era un abusador, un matón y un repartidor de mierda. No hay ninguna duda de que Chopper era alguien a quien temer y alguien capaz de lo que fuera, incluso él admitió que nunca dejaba que la verdad se interpusiera en el camino de una buena pelea. Chopper explotó su vida en once novelas criminales, y también dos libros ilustrados. Entonces, decidieron hacer una película basada en él.
Chopper sugirió al cómico Eric Bana para interpretarlo y Bana se metió en el papel, viviendo una temporada con Chopper para ver cómo era en la vida real. El resultado es una interpretación sublime. Bana clavó las inflexiones de Chopper, su habilidad para que lo amaras, pero no se escondió a la hora de mostrar su violenta rabia y su habilidad para saltar de repente.
Chopper (2000) empieza con Read en prisión, atacando a Keithy George solo para hacerse un nombre. Eventualmente, esto lleva a una guerra dentro de prisión que ve cómo los amigos de Chopper lo traicionan, a pesar de que sobrevive a múltiples puñaladas. En su eventual puesta en libertad, Chopper se reencuentra con su antigua novia, la prostituta Tanya, e intenta de veras llevar una vida normal, lo cual es complicado teniendo en cuenta que tiene cabreado a la mayoría de los mafiosos y que está cubierto con tatuajes y no tiene orejas –a causa de una secuencia sangrienta que muestra exactamente lo que Chopper está dispuesto a hacer para salirse con la suya. El intento de Chopper de chantajear a un conocido («¡Tienes veinte segundos para darme la pasata, ahora!») acaba con él disparándole a Neville Bartos en el estómago a quemarropa y llevándolo después al hospital, después de conseguir el dinero.
Después de matar a Sammy the Turk, con un disparo a quemarropa en el ojo (mostrado en una secuencia surrealista creada por las drogas que es mitad David Lynch, mitad los hermanos Coen), Chopper confiesa a la policía pero no se lo creen. Saben que Chopper es un bocazas y ya están hartos de él. Pero el cirmen eventualmente lo lleva de nuevo a prisión, donde escribe un libro de sus historias y se mete en televisión. En su celda, mira su entrevista y saluda a la pequeña versión de sí mismo que está en la pantalla, pero después de la entrevista los guardias se marchan y lo dejan solo.
Las películas australianas no son conocidas como obras maestras del western, normalmente creamos épicas bélicas o criminales, pero Nick Cave y John Hillcoat combinaron elementos de muchos géneros para crear The Proposition (2005). Guy Pearce lidera el casting en este western noir asutraliano establecido en los 1880. El personaje de Guy, Charlie Burns, es capturado a punta de pistola en un burdel. Entonces es obligado por un brutal capitán de policía, Ray Winstone, a encontrar y capturar a su hermano mayor o su hermano menos, discapacitado, será colgado. Sigue una persecución épica y una búsqueda por el duro paisaje australiano, con Charlie tratando de descubrir qué hacer. Charlie es atacado por un hombre aborígen, que lo apuñala con una lanza en el pecho, pero que entonces es disparado en la cabeza en una violenta disposición del hermano mayor e Charlie, interpretado por Danny Huston.
Ninguno de los personajes son buenas, pero ninguno es tampoco malvado. Cada uno es una pieza del tablero simplemente intentando descubrir cómo puede moverse y dónde los llevará cada movimiento. Cada paso puede llevar a muerte y destrucción, algunos la suya, algunos la de los demás. El fin muestra cómo al final, todos acaban insatisfechos. Nadie gana realmente y el sol simplemente se pone en un mundo bañado en sangre.
La música de Nick Cave y Warren Ellis también se merece una mención, porque ensalza y prepara las escenas en una joya del cine australiano.
Joel Edgerton ha sido importante en las películas australianas durante años, incluso logrando el papel del tío Owen Lars cuando el show viajero de Skywalker llegó a las costas australianas, pero Joel es mucho más que un actor. También es el escritor y visionario que coescribió y coprotagonizó en lo que podría verse como la hermana de Blood Simple, una película que dirigió su hermano Nash Edgerton.
The Square (2008) es la historia de unos personajes puestos a prueba por el amor, el dinero, ambos o ninguno. Raymond y Carla están casados y ambos son infieles. Deciden quemar la casa de Carla y huir con el dinero de su marido (que nunca descubrimos exactamente cómo obtuvo, pero sabemos que fue de forma ilegal). Contratan a Billy (interpretado por Edgerton) para hacer el trabajo y todo va bien, hasta que la madre del marido acaba siendo tragada por el fuego. Esta muerte accidental cabera a Smitty mientras descubre que el dinero no se quemó con el resto de la casa. Raymond intenta de todas formas tapar lo sucedido, pero recibe una nota informándole que alguien más lo sabe y que quiere dinero para mantenerse callado. Lo que sigue son muertes numerosas, accidentes de coche con participantes sorpresa, cuerpos enterrados bajo cemento húmedo, disparos a la cabeza y el fin del mundo como lo conocen para cada uno de los personajes del sórdido asunto.
Edgerton escribe un guión que permite que casa escena aumente la tensión y coloca a cada personaje al filo de sus nervios. La siniestra trama y su afilada resolución te hacen darte cuenta que ese grupo de personajes, como en casi todos los buenos noir, no tienen salida visible.
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