Mientras el analfabetismo tiene los valores más bajos de toda la historia mundial, ahora surge una nueva generación de "analfabetos", porque aparentemente saben leer, pero no entienden ni una palabra de lo que leen.
¿Cuándo fue la última vez que leíste un texto, de principio a fin, sin desesperarte, sin cansarte, sin interrumpir tu lectura, sin distraerte y sin querer pasar urgentemente a otra cosa?
Esta pregunta, por sencilla que pueda parecer, es capaz de revelar una de las tendencias contemporáneas más preocupantes: el impacto del Internet y sus tecnologías derivadas parece haber creado una nueva forma de analfabetismo funcional.
Analfabetismo funcional
Seguro que alguna vez has leído un texto pero no entiendes lo que dice, te regresas y vuelves a leer varias veces pero te distraes y nada de lo que lees te queda, no te preocupes esto le pasa a muchas personas.
El internet ha creado algo que se conoce como analfabetismo funcional, lo que hace que las personas lean pero que no son capaces de mantener su atención en la lectura para comprender las ideas que allí se plasman.
Alguien que sea analfabeto funcional no sabrá resolver de una manera adecuada tareas necesarias en la vida cotidiana como por ejemplo rellenar una solicitud para un puesto de trabajo, entender un contrato, seguir unas instrucciones escritas, leer un artículo en un diario, interpretar las señales de tráfico, consultar un diccionario o entender un folleto con los horarios del autobús.
No se logra retener ideas ni recrear los efectos emocionales de las obras que se leen, en otros tiempos leer y retener era más fácil ya que había más silencio, ahora después de tantos años el ruido presente en las ciudades y todos los lugares hace que nos concentremos menos.
Además el uso de las redes sociales y la cantidad de signos y símbolos hacen que nuestra mente se desvíe de lo que queremos leer, ya no se pasan de forma simple las páginas de un libro y la imaginación vuela.
Vale la pena recordar que leer no es únicamente descifrar los signos que conforman una palabra, un párrafo o un libro entero, sino además entender de manera amplia el sentido de aquello que se lee: su sentido literal y su sentido figurado, el uso que se le da al lenguaje, el mensaje que se busca transmitir, la posición ideológica desde la cual se habla y otras sutilezas presentes en un texto.
Los analfabetas funcionales de nuestra época tienen las habilidades necesarias para descifrar las palabras, pero han perdido su comprensión lectora. De cierta manera, este resultado puede verse como un desperdicio de todos los recursos alguna vez invertidos en el esfuerzo de aprender a leer.
La conexión 24/7 propia del Internet se convirtió en una conexión también incesante para nuestra mente y, más aún, en una especie de tiranía para nuestra atención.
¿Al ser humano todavía le interesa acceder al conocimiento? Esta pregunta sin duda está en el origen del interés que se puede tener por la lectura. Más allá de las condiciones adversas o favorables, el interés por una tarea o por sus resultados esperados es, indudablemente, la pieza clave que nos lleva a emprender los esfuerzos necesarios para realizarla.
Lo paradójico sería que en una época que alguna vez fue llamada la era de la información, el sujeto contemporáneo simplemente prefiera vivir en la ignorancia, la mentira, el prejuicio o la ilusión de la verdad: nubes del pensamiento que la lectura ayuda a disipar.
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