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Foto del escritorDavid Triviño

Serie Asesinos en Serie 12 - Mikhail Popkov

  • ‘El Purgador’, de policía al mayor asesino en serie y feminicida de Rusia

  • Mikhail Popkov violó y mató a más de ochenta mujeres en Angarsk

‘El Purgador’, de policía al mayor asesino en serie y feminicida de Rusia (Getty)

Era noche cerrada y el viento gélido soplaba en la población rusa de Angarsk. Svetlana regresaba andando a casa tras pasar la tarde en casa de un amigo cuando un coche patrulla paró a su lado. El oficial bajó la ventanilla y, al verla tiritar de frío, se ofreció a llevarla. La joven, de 17 años, aceptó de buen agrado y se subió al vehículo. Lo siguiente que recordó la adolescente fue que el policía golpeaba “repetidamente mi cabeza contra un árbol”. Tras violarla y tratar de matarla, Svetlana finalmente sobrevivió al ataque del conocido como ‘El Purgador’.

Mikhail Popkov se valió de su posición para ganarse la confianza de sus víctimas y perpetrar más de ochenta feminicidios en Rusia. Condenado a cadena perpetua, este asesino en serie aún sigue confesando sus crímenes. Los dos últimos, este verano.


Asesino ‘espontáneo’

Mikhail Viktorovich Popkov nació el 7 de marzo de 1964 en Angarsk (Rusia), pero poco se sabe sobre su vida familiar, personal o laboral. Entre los detalles que trascendieron: su matrimonio con Elena; el nacimiento de una hija, Ekaterina; que ejerció como policía en la región de Irkutsk; y hasta su detención, su trabajo como guarda de seguridad en una empresa química. A partir de ahí solo conocemos su faceta criminal, la demostrada con pruebas y la que el propio asesino fue relatando con el paso de los años.

Una carrera que, según contó él mismo, comenzó de forma “espontánea” tras ver a una prostituta deambular en estado de embriaguez y que físicamente se parecía a su madre, algo que le perturbó.

Mikhail Popkov junto a su mujer Elena (YouTube)

Parece ser que la matriarca era alcohólica y maltrataba y abusaba físicamente de Mikhail cuando aún era menor. Aquellos dolorosos momentos llevaron al entonces policía a tratar de eliminar dichos recuerdos ejerciendo la violencia contra las mujeres. Una misoginia que se saldó con más de ochenta asesinatos entre los años 1992 y 2000.

El lugar elegido para sus crímenes: Angarsk, una pequeña ciudad de Siberia con unos 250.000 habitantes, que sufrió el terror de unos feminicidios que tardaron décadas en resolverse. Las mujeres no salían de casa por temor al bautizado como ‘El Hombre Lobo’. Y es que su modus operandi reflejaba la ferocidad de sus actos.

Popkov junto a su hija (YouTube)

La elección de sus víctimas no era al azar. Popkov seleccionaba a mujeres corpulentas, de entre 17 y 40 años, con una estatura de entre 1.50 m y 1.70 m. y con evidentes signos de ebriedad. Una vez encontrado al objetivo, el uniformado policía se ofrecía a llevarlas a su destino en el coche patrulla. Ninguna de las mujeres sospechó jamás que bajo aquella apariencia de amabilidad se escondía un feroz asesino en serie.

Una vez en el interior del coche, las golpeaba en la cabeza hasta dejarlas inconscientes y ponía rumbo a las afueras de la ciudad. Buscaba lugares apartados y solitarios, principalmente bosques. Una vez solos, las desnudaba y las atacaba con cualquier objeto punzante. Utilizó desde hachas, cuchillos, punzones o destornilladores, hasta garrotes, martillos, bates de béisbol o tacos de billar. Necesitaba hacerlas sangrar: era su modo de excitarse para después, cometer salvajes agresiones sexuales.

Popkov, 'el Purgador' (LVD)

Una vez perpetradas las violaciones, Popkov terminaba con la vida de sus víctimas. A algunas las decapitó, a otras las estranguló o apuñaló, incluso les extrajo determinados órganos como el corazón, y llegó a practicar necrofilia con los cuerpos ya fallecidos. Después, abandonaba los cadáveres en zonas boscosas, carreteras poco transitadas o cementerios. Aunque el asesino nunca siguió el mismo patrón para matar, todos sus crímenes tenían algo en común: su sadismo.

Este ‘Maníaco’, como también llegaron a denominarle en los medios de comunicación, fue uno de los hombres más buscados por las autoridades. Durante años se especuló sobre su identidad: camionero, ferroviario, sepulturero… Pero al no dejar rastro alguno en las escenas de los crímenes se barajó que podrían estar ante un agente de la ley. Pero, ¿quién?


Las supervivientes Solo hubo dos testigos que reconocieron a Popkov. La primera fue Svetlana Misyavitchus quien la noche del ataque tenía 17 años. “Pensé que era seguro ir con un policía”, explicó en una entrevista para Daily Mail. La noche del 26 de enero de 1998 era especialmente helada en Angarsk: “Tenía tanto frío de la cabeza a los pies que acepté [y subió al coche patrulla]”. Lo siguiente que recordó fue que él “golpeaba repetidamente mi cabeza contra un árbol”. Estaba completamente desnuda, “temblando” y vio en sus ojos que “quería violarme”. Sin embargo, él “estaba mudo, no respondió a nada” antes de agredirla.

En un momento dado, Svetlana logró zafarse y pedir ayuda a unos transeúntes, pero no quisieron socorrerla. Aquí fue cuando Popkov la alcanzó y se la llevó de nuevo.

Svetlana Misyavitchus, una de las supervivientes de Popkov (LVD)

“Lo siguiente que supe fue que me desperté en una morgue”, aseguró la superviviente. “Me desperté, me senté y vi una etiqueta en la punta de un cadáver a mi lado” pero de la impresión se desmayó. Horas después despabiló en un hospital pero el trauma fue tal que no recordaba nada de lo sucedido, ni siquiera su nombre ni su edad. Apareció con la mitad del cabello arrancado, el cuerpo paralizado de un lado y con un estrés post-traumático que le duró después de veinte años.

“Su ataque me hizo envejecer siete años”, confesó. “No podía caminar ni hablar. Tuve que aprender todo de nuevo desde el principio. Me llevó dos o tres meses. Tuve un tartamudeo, y todavía lo tengo”, manifestó.

Algunas de las víctimas de Popkov (YouTube)

No obstante, cuando Svetlana narró su dramático episodio en comisaría y describió físicamente al agente en cuestión, nadie la creyó, nadie sospechó que el autor de tales aberrantes hechos fuese un compañero. La declaración de Popkov negando cualquier implicación al respecto y aportando una sólida coartada eliminó cualquier halo de recelo. También contribuyó su propia mujer Elena, que además de trabajar como oficial, aseguró haber estado con él aquella noche.

Después de este episodio, la joven tuvo que esperar diecisiete años para ver a su atacante sentado ante un tribunal. “Perdí la capacidad de caminar de nuevo en el segundo que lo vi”, espetó Svetlana tras subirse al estrado y relatar el ataque.

Fotografía de Popkov junto a su hija (YouTube)

Evgeniya Protasova fue la segunda superviviente del ‘Maníaco de Angarsk’. Aquella noche de 1999, la joven, de 18 años, discutió con su novio al salir de un restaurante. “Quería que fuera a su casa, pero me negué rotundamente”, él se enfadó y le gritó que se fuese por su cuenta. Aquí fue cuando Popkov apareció, la convenció para subirse al coche policial y tras un contundente golpe en la cabeza, la llevó al bosque. Al despertar la sacó a rastras del pelo y continuó golpeándola fuertemente.

“Recuerdo viíidamente esa cara, parecía una bestia, y me asusté por completo”, dijo Evgeniya. Pese a que ella tenía claro que la iba a matar, no se rindió: sacó fuerzas de flaqueza y logró escapar. Pero solo durante un momento, él la atrapó de nuevo y prosiguió con el suplicio. Entonces todo se volvió a negro hasta que despertó en el hospital de Irkutsk. Había sobrevivido milagrosamente.


Las pistas Los asaltos a Evgeniya y Svetlana no fueron los únicos que consumó el también denominado ‘Asesino del Miércoles’, por ser este día de la semana cuando se hallaron la mayoría de los cadáveres. Las autoridades actuaban desesperadas por descubrir al serial killer, mientras que este se encargaba de desviar la atención participando en las investigaciones. Durante años, aparcaron las dos únicas pistas fiables que obtuvieron en las escenas de los crímenes: una muestra de ADN y las huellas de neumático de un vehículo 4x4. Por no mencionar, las declaraciones de las dos supervivientes.

Tras casi dos décadas de atasco en las investigaciones, en el año 2012 uno de los investigadores propuso una nueva vía: cotejar el material genético del sospechoso con el de policías activos y retirados. El banco de datos era de 3.500 personas, pero hubo una coincidencia.

Retrato de Popkov (YouTube)

La segunda llegó cuando analizaron las marcas de todoterreno que dejaron cerca de los cadáveres. Estas pertenecían a un Jeep Niva, así que buscaron los vehículos registrados en la localidad de Angarsk por aquella época y se toparon con su dueño. Una vez más, todas las miradas apuntaban a Mikhail Popkov.

Su detención se produjo el 23 de junio de 2012 cuando el sospechoso, que trabajaba como guarda de seguridad (fue despedido de la Policía en 1998), acudía a Vladivostok a comprarse un coche. Fue acusado de asesinar a 29 mujeres aunque solo reconoció a 24. Durante su declaración, tanto en sede policial como judicial, Popkov dijo querer “purgar” a su ciudad de mujeres “inmorales” a las que tenía que castigar. Solo mataba a “mujeres de vida disipada”, llegó a decir.

Popkov en la cárcel (AP)

Los expertos que analizaron al ‘Purgador’ creían que su obsesión por castigar a sus víctimas comenzó cuando sospechó que su mujer le era infiel. Era su forma de vengarse, aunque se trataba de una teoría porque el acusado jamás lo confirmó.

Asimismo, la fiscalía dejó claro que el expolicía además de estar en sus cabales en el momento de los asesinatos tenía “una atracción patológica hacia el asesinato”. Es decir, “una necesidad patológica de matar a gente” que incluía “aspectos sádicos”. Parece ser que Popkov “disfrutaba de sus actos. Los veía como su razón de vivir”, afirmó el criminólogo Yury Antonyan, quien participó en la investigación.

Popkov durante la reconstrucción de los crímenes (YouTube)

Aunque durante el juicio el detenido mostró arrepentimiento (llegó a dar datos a la Policía para esclarecer más muertes), también relató cómo sintió “asco hacia las chicas por su comportamiento despreocupado y quise castigarlas”. Hasta justificó los apuñalamientos alegando ser culpa de las víctimas porque “andaban borrachas por la calle en lugar de estar en casa con sus maridos e hijos”.

El motivo por el que dejó de violar y matar: contrajo una sífilis que lo dejó impotente. “Después de eso dejé de sentir el deseo de violar y matar”, aseveró. Pero tal y como se ha demostrado hasta hace bien poco, esto no fue del todo cierto. En enero de 2015 el juez lo encontró culpable de 22 asesinatos y dos intentos de homicidio y fue condenado a cadena perpetua. No fue la única.

Popkov en la cárcel (AP)

La siguiente sentencia llegó en diciembre de 2018 cuando el tribunal regional de Irkutsk confirmó que Popkov también había matado a otras 59 mujeres. Es decir, que perpetró un total de 81 feminicidios, estos últimos aún estaban sin resolver. “Queda condenado a cadena perpetua en una prisión de alta seguridad”, rezaba la sentencia que leyó el juez.

Desde entonces, las confesiones no han cesado. Una de las últimas se produjo este verano cuando Popkov afirmó haber ajusticiado a otras dos mujeres más (la cifra alcanzaría las 83). “Nos peleamos y la asesiné”, dijo. Pero esta nueva declaración podría ser una estrategia del preso para regresar a la cárcel de Irkutsk mucho más confortable y agradable que el penal de Torbeyevsky Tsentral en la región de Mordovia. Una forma de tomarse “vacaciones” después de estar diez meses cosiendo uniformes y mascarillas para el sector sanitario ruso en plena pandemia por Covid-19.

Popkov durante el juicio de 2015 (Getty)

Sea como fuere, uno de los principales investigadores de los crímenes de este asesino en serie, el teniente coronel Karchevsky, está convencido de que “Popkov cometió más de 100 crímenes, si no más, cerca de 200”. Por el momento y sin llegar a confirmar estas cifras, el ‘Maníaco de Angarsk’ ya supera al temido ‘carnicero de Rostov’ (53 asesinatos) o al ‘asesino del ajedrez’ (48 homicidios).

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